Con su hija pequeña durante una excursión a las espectaculares montañas a las afueras de Sidney. | C.B.

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Varios factores se aliaron hace poco más de un año para que el mahonés Carlos Bosch Humbert (1972) pusiera rumbo a Australia. La recesión que azotó especialmente a su sector, la construcción, en España, unida a la proyección internacional del grupo para el que trabaja, ACS, hicieron que se lanzara a «un viaje eterno de más de 22 horas de vuelo y doble escala» con la familia y sus ilusiones. Ahora que sus pequeñas hijas empiezan a hablar inglés con acento aussie -la palabra en argot que define a los naturales de aquellas tierras y su forma de ser y de hablar-, se siente suficientemente instalado como para narrar su experiencia.

¿Cómo surgió la oportunidad de hallar empleo en Sidney?
— Mi empresa acababa de ser adjudicataria de un gran proyecto en esta ciudad. Llevo cerca de 8 años trabajando en la empresa Dragados (del grupo Actividades de Construcción y Servicios ACS). Los primeros seis años y medio estuve a cargo de la administración de la delegación de Dragados de Balears, y debido a varias reestructuraciones por la crisis económica y a la expansión mundial que ha tenido el grupo, me propusieron el puesto de responsable de administración y finanzas de Australia. Y acepté.

¿De qué proyecto se trata?
— Del North West Rail Link, que es una extensión del metro de Sidney y consiste en la ejecución de dos túneles paralelos de 15 kilómetros de largo y con cuatro tuneladoras. También estamos inmersos en la fase final de otro gran proyecto en Sydney.
(Dragados es una de las compañías españolas especializada en grandes infraestructuras y entre sus obras en el extranjero figura esta nueva línea en Sidney, que incluye cinco estaciones excavadas a cielo abierto, o el Crossrail C-305 en Reino Unido y el East Side Access del transporte público ferroviario de Nueva York).

¿En qué consiste exactamente su función en la firma?
— Soy el responsable de las finanzas de Dragados en toda Australia, desde gestionar la contabilidad, elaborar los impuestos, las auditorías externas, llevar la gestión de personal, los visados o la tesorería... Tenemos nuestra oficina CBD (centro de negocios) en el distrito financiero de Sidney, a escasos metros de la Opera House y el puente sobre la bahía, el Harbour Bridge, que son los dos puntos más emblemáticos de la ciudad.

¿Se movió a Sidney directamente desde nuestras Islas?
— No, los meses previos a mi incorporación a Australia estuve en Toronto (Canadá), y antes estuve trabajando en Menorca, Londres, París y Palma en el grupo hotelero Melià Hoteles, que fue mi empresa durante once años.

Australia aún guarda esa imagen de 'país de oportunidades' pero ¿es así en realidad?
— Para el sector de la construcción hay muchas oportunidades de poder licitar grandes proyectos de obra civil, ya que hay un plan de infraestructuras muy importantes en Australia, y el Gobierno invertirá mucho dinero en los años venideros.

Así que allí de momento la economía no se resiente y la construcción tira del carro...
— En mi sector las perspectivas son muy buenas y creo que hay futuro. También se observa que hay mucha especulación inmobiliaria y hay mucha inversión de los países asiáticos en Australia. Compra de propiedades e incluso compra de empresas australianas por compañías chinas. La tasa de paro aquí es bastante baja, así que la gente que se queda sin trabajo aquí no tiene miedo, porque en cuestión de unas semana o meses encuentran empleo.

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Entonces, y a pesar de que en los últimos años ha endurecido sus condiciones de entrada, sigue siendo un país de inmigrantes.
— La mayoría de los inmigrantes aquí son asiáticos, e incluso hay barrios como, obviamente, Chinatown o Chastwood, en los que la mayoría de los habitantes son asiáticos. A nosotros nos encanta porque somos unos amantes de la cocina asiática y en la ciudad hay muy buenos restaurantes. También hay cada vez más españoles, he asistido a numerosos eventos organizados por la Cámara de Comercio Española en Sidney y hay muchas empresas españolas ya establecidas; es cada vez más frecuente oír hablar español por las calles. En nuestro caso, estamos expatriados y tenemos un visado de trabajo esponsorizado por mi empresa, pero también conocemos muchos casos de españoles que están aquí con visado de estudiante.

¿Nota si hay más jóvenes españoles emigrados a Australia?
— Hay muchos estudiantes españoles; un día por la playa me encontré a un chico de Alaior, y en un restaurante al que suelo ir a comer uno de los camareros es de Barcelona y es economista. Trabaja a tiempo parcial con una visa de estudiante y él mismo dice que en España la gente de su edad tiene que hacer las maletas y buscarse la vida.

En su caso, sería duro el traslado con una familia y un hogar ya establecido...
— Inicialmente vine yo de avanzadilla por dos meses. Después me fui de vacaciones a Menorca y luego ya cerramos nuestro piso en Palma de Mallorca para venir todos juntos e instalarnos en un service apartment temporal en el centro. Me he trasladado con mi esposa Laura y mis dos hijas, Chiara de 3 años y María, de año y medio.

Tardamos unas tres semanas en encontrar casa y vimos alrededor de una treintena. Una vez instalados, empezamos la búsqueda de la guardería de mi hija mayor, algo que es muy complicado porque la escolarización aquí no empieza hasta los 5 años y hay mucha lista de espera para las guarderías. Tuvimos suerte con una nueva que acababan de abrir ese mismo año y pudo empezar al mes de haber llegado a Sidney.

¿Y qué tal ahora, se han integrado bien?
— Los primeros meses en la escuela fueron muy duros para ella por el inglés, pero la verdad es que los niños son esponjas a estas edades y ya ha superado la barrera idiomática, e incluso su acento al hablar inglés es totalmente aussie. Mi mujer también está muy bien integrada, es ella la que gestiona todos los asuntos familiares, es una joya tenerla aquí conmigo porque me ayuda a que la integración sea más fácil. Ella tiene experiencias con sus padres por haber sido expatriada de niña. ¡Incluso ya somos expertos conductores por la izquierda! Eso sí con coche automático.

¿Qué sensaciones tiene, valió la pena el cambio?
— Mis sensaciones son muy buenas, Australia es un país que merece la pena visitar, ver esas playas impresionantes -aunque con tiburones, hay playas que tienen redes y están bien preparadas-. Vivimos en el barrio de Cremorne, al norte de Sidney, justo cruzando el puente de la bahía desde la zona financiera. Es muy bonito ir a trabajar cada día cruzándolo y tener esas vistas.

¿Cuáles son sus planes más inmediatos?
— Queremos conocer bien estas tierras australes porque no creo que después volvamos a visitarlas, por lo lejos que están. Nos gusta conocer la ciudad en el tiempo libre y ahora ya salir de ella. Aunque viajar aquí es caro, creo que por falta de competencia entre aerolíneas y porque el país es enorme, hemos visitado Melbourne y las Islas Fiji. A corto plazo estamos planeando ir a la isla de Tasmania, a la gran barrera de coral, ir a ver las ballenas y conocer Nueva Zelanda.