Naturaleza, generosidad con límites

Bien, el encanto de la soledad, la conquista del acantilado y la contemplación que llevaban implícitos el paseo por la naturaleza acaban de romperse, pero aún queda un paisaje que estremece.

Cientos, miles de personas cada día realizan el recorrido, es el producto estrella de un turismo de naturaleza que crece y que, aunque se nutre de aficiones a primera vista inofensivas, suponen un desgaste de los espacios protegidos y una actividad que puede resultar perturbadora para animales y plantas.

Frente al turista de piscina y tumbona, el activo busca todos los rincones por explorar; las ventajas son que habitualmente se trata de personas amantes de la naturaleza y que suelen ser respetuosos con el entorno, además de contribuir a desestabilizar la actividad, aunque también hay quien no respeta la propiedad privada, se lleva elementos del paisaje como souvenir -las placas del Camí de Cavalls son uno de ellos-, o simplemente ensucian (papeles, restos de comida, latas, compresas) en lugares que a veces son de difícil acceso para su limpieza y mantenimiento. Desde el Consell se apunta que la presión es mucho mayor en los tramos que conducen a las playas vírgenes y es en esos tramos también donde colisionan los derechos: personas y caballos.

Movilidad trabaja para ejecutar una cuarta fase de mejora del camino con pasos alternativos para los animales cuando el sendero atraviese playas, para que las defecaciones o el tránsito de los equinos no moleste a los usuarios.