Pescadores. El sector admite que la presencia de barcas mallorquinas no es nueva, pero critican que ahora es más abundante y pone en duda la efectividad de la Reserva - Gemma Andreu

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Un grupo de pescadores menorquines, sobre todo los que operan en la costa norte, han denunciado de nuevo la presencia de profesionales mallorquines en aguas menorquinas. La situación no es nueva. Ya se han producido con anterioridad denuncias como la actual, aunque la diferencia, explican los pescadores, es que ahora el número de barcas mallorquinas es mayor y su presencia empieza a esquilmar la consciencia entre los insulares de las bondades o no de la Reserva Marina del Norte de Menorca.

Actualmente hasta cuatro barcas de la isla vecina pescan en el norte de la Isla, y además de crecer numéricamente, también lo han hecho en el número de horas que están en el mar. Así, los pescadores de Fornells denuncian que antes estas embarcaciones venían, pescaban y se iban, pero actualmente amarran en la costa y siguen pescando durante varios días. Además, añaden, suelen pescar unas 16 horas diarias, cuando las menorquinas trabajan la mitad de horas.

La normativa permite que estas barcas estén en Menorca, siempre que pesquen en aguas exteriores, no en las interiores. Y en este sentido, el conseller de Pesca del Consell de Menorca, Fernando Villalonga, asegura que todas las inspecciones que se han realizado este verano han sido correctas y no se ha detectado ninguna ilegalidad. Villalonga admite que ha recibido quejas de profesionales y recreativos, y que se ha inspeccionado a las barcas mallorquinas mediante la embarcación de vigilancia de la Reserva Marina. "Se ha controlado el número de anzuelos, los metros de 'palangres', su posición, la documentación de las embarcaciones y otros factores, y todo ha salido correcto", apunta.

Villalonga admite que la presencia de barcas mallorquinas no es algo de su agrado, explicando que "los menorquines han cuidado mucho sus pesqueras, y ahora ven como otros vienen a operar aquí". Ahora bien, insiste en que sobre el papel, no se puede hacer prácticamente nada más que controlar que cumplan todo lo que marca la legislación.

Sin embargo, los pescadores entienden que sí se han producido algunas irregularidades, aunque no pueden demostrarlas, como pescar en días que no estaba permitido. De todos modos, uno de los efectos de esta presencia mallorquina es la percepción que está calando entre el sector de que el esfuerzo realizado en la Reserva Marina no compensa si luego los frutos de este sacrificio son cosechados por otros.

Así lo admite el sector, y también el conseller de Pesca. De hecho, Villalonga asegura que desde que tomó las riendas de la Conselleria están estudiando cómo actuar para cambiar esta situación. Sin embargo, la normativa ofrece poco margen, puesto que no se puede limitar la presencia de embarcaciones de otras procedencias en aguas exteriores.

Una idea que la administración insular está madurando es establecer una zona de esponjamiento en el límite de la Reserva. Sería una franja de unos determinados metros de anchura que empezaría justo donde acaba la Reserva, y en la que "no fuera totalmente libre la pesca y se pudiera limitar la actividad a un determinado censo de pescadores, básicamente los que han visto reducido su zona de pesca con la implantación de la Reserva".

Si esto pudiera ponerse en práctica, el conseller apunta que "tal vez el efecto llamada hacia otras embarcaciones que produce una Reserva, que actúa como criadero de peces, quizás se vería reducido". De todos modos, hay que dejar claro que se trata de una idea que aún está pendiente de estudio profundo.