La profesión de notario es de las que suscitan más tópicos. Se dice que solo están para firmar, que tienen sueldos desorbitados y que son aburridos. Por eso la oportunidad de entrevistar a uno de estos supuestos privilegiados me resultaba atractiva. Luis Miguel Ferrer García (Bunyol, 1974), casado y con un hijo, anteriormente ejercía como notario en Alaior, y desde el pasado mes de junio ocupa el despacho de notario que quedó vacante en la Plaça des Born de Ciutadella tres años atrás. Con unas vistas espectaculares de la plaza, Ferrer describe su profesión, sin tópicos.
¿Por qué decide trasladarse a Ciutadella?
Cuando vine a vivir a Menorca, me decanté por Ciutadella. La vi una ciudad cómoda, accesible e ideal para los niños. Pese a trabajar en Alaior, escogí Ciutadella por calidad de vida.
Los tópicos pintan al notario como la profesión ideal. Se dice que cobran ustedes muchísimo por simplemente estampar una firma en un documento oficial.
El camino para ser notario es muy complicado y largo. Las oposiciones son durísimas, y realmente hay pocas posibilidades de superarlas. Y sobre todo, de cara al exterior puede parecer que el notario lo único que hace es firmar un documento, y eso no es para nada así. La labor del notario empieza desde que el cliente viene al despacho a plantear su situación, se le asesora a veces en casos de extremada complejidad. Aplica la ley en toda su magnitud y da forma legal a un documento. La etapa más ardua es la necesaria para dar contenido legal al documento final, que debe ser jurídicamente impecable. Después viene la firma, y colaboraciones posteriores con diferentes administraciones. Con todo el respeto, esto no es como hacer un pan, que si no te sale bien puedes hacer otro. A veces el documento que nosotros redactamos supone repercusiones de grandes magnitudes económicas.
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