La pobreza se generaliza y se hace crónica en Menorca. Aumenta la fractura social y el empobrecimiento de las familias menorquinas. El 70 por ciento de las personas atendidas por Caritas en 2012 hace tres años o más que reciben ayuda de la entidad diocesana y viven en una situación de dependencia extrema. Según los datos extraídos de la memoria de la entidad diocesana de 2012 dados a conocer ayer, con motivo de la celebración del Corpus y día de la caridad, en Menorca ha aumentado el número de personas que piden por primera vez ayuda de emergencia. Los demandantes ya no son mayoritariamente inmigrantes como sucedía años atrás, sino menorquines sin trabajo o con empleos precarios, acuciados por las deudas, fundamentalmente la hipoteca, con una media de ingresos mensuales de apenas 305 euros (una persona se considera pobre cuando cobra 650 € al mes), que se encuentran en una situación de pobreza severa y necesitados de ayudas básicas (alimento, pago de recibos, transporte, ropa...).
Y no obstante y a pesar de la crisis económica, del incremento de las desigualdades y de la fractura social que se está produciendo en la Isla por los recortes en educación y sanidad (pérdida de tarjeta sanitaria, incremento de listas de espera, dificultades para asumir los costos de desplazamientos a Mallorca o la Península), Caritas constató el año pasado un aumento de las muestras de solidaridad y generosidad en la Isla. Las respuestas a las demandas de ayuda de la entidad fueron generosas, tanto en número de voluntarios, como el volumen de recusos económicos privados que recibe para sostener su actividad social. Si bien destaca la deuda de 814.000 que las instituciones (Consell, ayuntamientos, Govern y Gobierno central) mantienen con Caritas y que costó a la entidad diocesana 30.000 euros de intereses al tener que solicitar prestado a los bancos para mantener sus acciones y programas de ayuda.
Si se miran las frías cifras, Caritas atendió el año pasado a 1.666 personas, un número similar a los dos anteriores, pero las respuestas dadas se incrementaron de forma considerable hasta las 8.665 atenciones al demandar las familias cada vez más servicios (alimentos, ayudas para alquiler, colegios, ropa, orientación laboral, formación). El perfil de la personas que acuden a Caritas son mayoritariamente mujeres en edad de trabajar que se quedan sin empleo y con hijos a su cargo, por lo que la infancia también está siendo duramente golpeada. Además, crece el número de menorquines que piden ayuda, si bien siguen siendo los extranjeros quienes se encuentran en mayor riesgo de exclusión.
El 70 por ciento de las 1.666 personas acompañadas por Caritas hace tres o más años que reciben ayuda de la entidad e diocesana, una situación de dependencia que les dificulta llevar una vida digna y que pone de relieve la "cronificación de la pobreza" que se está produciendo en Menorca. El número de desocupados, supera el 68 por ciento y más de la mitad son parados de larga duración. Destaca también el incremento de la atención a trabajadores con contratos en precario o que llevan a cabo tareas en la economía sumergida, así como el creciente endeudamiento de las familias y la falta de apoyo familiar, circunstancia que comienza a hacer aflorar la pobreza oculta y latente de la sociedad menorquina.
Caritas pone de relieve además que el endurecimiento para acceder a la Renta Mínima de Inserción que ofrece la Administración ha aumentado el número de personas que se queda fuera de esta ayuda, empeorando así su situación social y económica, lo que está obligando a la entidad diocesana a complementar estas ayudas sociales básicas (alimentos, recibos, transporte, infancia, formación). "Nuestra voluntad no es atender a todos porque no podemos, sino atender a la persona con dignidad, con tiempo, porque cuando vienen no solo pasan por una necesidad social, sino que tienen una biografía, una historia hecha de carne y sangre. Nosotros desde nuestra Iglesia hemos de estar con las personas y acompañarlas en su proceso", manifestó ayer la secretaria general de Caritas, Tònia Florit.
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