Actor. Protagoniza a un hombre, desorientado ante la adversidad, que necesita de nuevo a su anciana madre - pentación espectáculos

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María Galiana y Juan Echanove se estrenan como madre e hijo sobre las tablas. Dos maestros para una misma dosis de cruda realidad. Actores de raza para contar la historia de un hombre desorientado ante la adversidad. Una reflexión de vida que, pese a la dureza de la situación, solo los grandes pueden tornar en comedia.

Echanove puede con todo. Dirige e interpreta, a la vez que confía en un equipo flanqueado por Jordi Galceran en la autoría de la adaptación escénica que ahora presenta. "Conversaciones con mamá" levanta el telón este viernes (21 horas) en el Teatre Principal de Maó. Una mimada y atractiva versión de la película del director argentino Santiago Carlos Oves. Apuesta segura.

Se apuntó a teatro en el colegio porqué no le gustaba el deporte. ¿Verdadero o falso?
La cosa no fue exactamente así, lo que ocurrió es que donde estudiaba las actividades extraescolares eran casi todas deportivas y los que no hacíamos deporte teníamos un nexo común, el teatro. Así que decidimos formar un grupo.

¿Qué años tenía?
Cuando me tomé el teatro más en serio, más allá de una mera afición, tendría unos 13 o 14 años.

Cuando repasa su carrera con medio centenar de películas, obras de teatro y series de televisión de éxito, ¿opina que fue la decisión más acertada de su vida?
Sí, pero es una decisión que no tomé en el colegio porqué en ese momento aun no era consciente de que quería ser actor. Aquello llegó después, con 17 o 18 años. Mientras estudiaba en la Facultad de Derecho tuve ocasión de contactar con una compañía que trabajaba en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial, la dirigía Álvaro Custodio, un actor de La Barraca de Federico García Lorca. En ese momento me di cuenta de que quería ser actor y que a la vez también tenía un problema porqué en aquellos tiempos llegar a casa y explicar semejante decisión no era nada fácil. Entonces te decían que era una profesión muy insegura. Actualmente ya no es así porque ¿qué profesión hay hoy segura?

¿Su familia intento disuadirle?
No, pero no fue fácil. Hubo mucho que discutir al respecto... De hecho no me fui de casa de mis padres hasta que comencé el rodaje de "Turno de Oficio" (serie de Antonio Mercero emitida en los ochenta) y hasta entonces, incluso, simultaneaba la interpretación con los estudios de Derecho. Una de las condiciones de mi padre fue que si quería ser actor debía acabar la carrera. Y al final estudié hasta tercer curso.

Entonces la interpretación se vivía, en muchos aspectos, de un modo diferente. ¿Cuál es el espíritu que atesora de aquellos años?
De aquella época conservo un compromiso eterno, indisoluble e inamovible con el teatro. Lo que me enseñaron mis maestros y mamé día a día fue una profesión que se llamaba teatro. Aun hoy, cuando levanto el telón y comienzo una función, me siento el hombre más feliz del mundo. Eso es algo que me produce un cúmulo de sensaciones enormemente importantes. Muchísimo más que cualquier éxito anterior en televisión o en cine, porqué sé de dónde vengo y sé a dónde tengo que ir.

¿Incluso por encima de series tan importantes en su trayectoria como "Cuéntame cómo pasó"?
Bueno, no lo digo en el sentido de pasar por encima, sino que todo ello supuso un regalo añadido que me hizo la vida. La popularidad, el éxito, los premios.... Todo eso llegó después. Pero todavía recuerdo con una exactitud increíble el primer ensayo de esa compañía de amigos del Real Coliseo Carlos III con la obra "Los Santos", de Pedro Salinas. Recuerdo con detalle cómo comenzaba a nacer en mí una excitación especial cuando se apagaba la sala, se levantaba el telón y empezaba a dar forma a un personaje.

Estrena en las tablas una relación de madre e hijo junto a María Galiana, sin duda, una compañera de reparto de lujo. ¿Cómo es trabajar a su lado?
María es una mujer enormemente inteligente y positiva. Es muchísimo más joven de lo que aparenta y posee un continuo deseo por aprender. Trabajar con ella es un placer. La conocí mucho antes de "Cuéntame cómo pasó". Cuando María me propuso hacer un proyecto teatral a su lado, yo ya sabía que con ella el viaje iba a ser maravilloso. Nos tenemos un respeto mutuo, algo muy importante para encarar un "mano a mano" entre actores.

Un factor notable de este montaje es que, además de interpretar, asume la dirección. ¿Qué le hizo decidirse por esta versión teatral de la película de Santiago Carlos Oves?
Cuando llegó a mis manos la adaptación de Jordi Galceran, yo ya conocía la película porqué era muy amigo de Ulises Dumont, uno de sus actores, y siempre procuraba ver todo lo que hacía. Cuando leí la adaptación de Galceran me di cuenta de que había dado en el clavo con algo que no tenía la película, un sentido mágico de esa relación de la madre y el hijo que en la cinta quedaba demasiado explícito y que, sin embargo, en la obra de teatro permite al espectador ir un poco más allá. Eso fue lo que me convenció.

Galceran es una garantía.
Sí, es un autor excelente y todas las obras que hace -ya sean originales o adaptaciones- tienen una carpintería teatral verdaderamente sólida que te permite dirigir muy a gusto. Para mi dirigir es asumir una parcela de responsabilidad mucho más grande incluso que la de interpretar. A cambio, a sabiendas de que hay mil millones de maneras de contar una historia, a mi me ha dado la oportunidad de ofrecer mi punto de vista de "Conversaciones con mamá".

Su personaje en la obra trabaja para una empresa que lo echa a la calle por razones de reajuste. Algo que desgraciadamente sucede todos los días en nuestro país. Pese a que la película original es anterior a la crisis, su adaptación teatral no puede ser más actual...
Sí. Jaime es un tipo al que manipula todo el mundo, un pusilánime, alguien totalmente superado por la situación. En la adaptación le pedí permiso a Galceran para acercarlo más a la realidad, pues la película apuntaba a que se había quedado en el paro, pero un paro del que sin duda iba a salir. En este sentido creí conveniente darle al espectador la coordenada de que con cincuenta y tantos años era muy difícil que volviera a encontrar trabajo. Algo que, lamentablemente, es de enorme actualidad. Lo que tiene de grande esta función es que aun en ese contexto -con una sociedad de consumo arruinada y donde todos hemos hecho lo que nos han mandado los poderes fácticos (comprar una casa, ir de vacaciones, consumir...)-, se pudiera contar una bonita comedia. Una obra que hiciera reír y llorar al espectador y que cuando saliera del teatro dijera que le ha conmovido.

Esa dura situación de su personaje es la que le lleva a reflexionar sobre la vida junto a su madre.
Exactamente. La trama es muy sencilla. Jaime se queda sin trabajo y quiere conseguir que su madre se vaya a vivir con él, su mujer, sus hijos y su suegra para venderle la casa y poder salir de ésta.

Lo de este país con nuestros mayores es de órdago, los tenemos totalmente olvidados.
Si antes los teníamos olvidados, ahora la situación es mucho peor porqué los hemos recuperado del olvido para que paguen nuestras cuentas pendientes. ¡Es algo malévolo! La gente de esta edad, que lo único que debería hacer es descansar y vivir su último tramo de existencia sin ningún tipo de complicaciones, se ve ahora obligada -cada vez más- a tirar de un carro familiar que ya no les corresponde. Es tremendo llegar a los ochenta años y tener la responsabilidad de tus hijos de cincuenta.

¿Qué pasa con la profesión de actor que les cuelgan a todos el sambenito de "revolucionarios" de esta crisis?
Yo apelo a la inteligencia de la gente. Quien no se deja manipular, sabe que se trata de una insidia estúpida. El trabajo de los actores es observar la realidad y ponerla luego en boca de personajes. Nos damos cuenta de cosas que ocurren en la calle en las que, a lo mejor, el ciudadano no cae y creo que por ello la mayoría de los actores tenemos una gran conciencia social. Esto es algo que no gusta al poder y me refiero, indistintamente, al poder de izquierdas y al de derechas. No hay ni un solo partido que haya estado en el Gobierno de este país que haya tenido un trato de respeto hacia sus artistas. El otro día vi en televisión un reportaje que explicaba que Dinamarca no contempla que se cambien los funcionarios por el hecho de que varíe el color político de su Gobierno. Allí están al servicio de los ciudadanos y su IVA cultural es del cero por ciento, y no del 21 como en España, porqué en Dinamarca se considera la Cultura como un bien de primera necesidad y no de lujo.

Aquí estamos a años luz.
Ese es uno de los problemas, que estamos a años luz. Si no fuera así nos hubiéramos dado cuenta mucho antes de todo lo que nos han robado. Y eso sucede porqué no tenemos una base cultural, porqué todavía votamos dejándonos guiar por los de derechas o los de izquierdas, sin valorar las diferentes opciones. Tengo la sensación de que somos un país que durante mucho tiempo no hemos ni mirado los extractos del banco cuando llegaban a casa.

¿Por qué no nos hemos plantado todos? Con un "basta ya" tajante.
Porqué en el fondo tenemos un miedo sempiterno que no hemos podido superar y que viene desde la Guerra Civil. En pleno 2013 deberíamos ya de habernos dado cuenta de que esto no va de rojos y fachas, de derechas o de izquierdas, sino que de lo que se trata es de sentar las bases para que las generaciones que nos van a suceder tengan un país donde vivir y no un país que pagar.