Ciutadella. El obispo Salvador participó en la bendición en la parroquia de Sant Francesc, para posteriormente ir en procesión hasta la Catedral donde se celebró la misa - Paco Sturla

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Los fieles vivieron ayer un domingo de fe y devoción marcado por los contrastes. El Domingo de Ramos les trasladó a rememorar dos momentos claves para el cristianismo. Por un lado, la alegría y la euforia de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y, por otro, el inicio de la Pasión, con la traición y la muerte.

Es así como la comunidad cristiana entraba ayer en un tiempo de recogimiento, pero, sobre todo, de disposición para vivir el misterio del Triduo Pascual desde las primeras vísperas del Viernes Santo, hasta el Domingo de Resurrección.

Las parroquias de la Isla vivieron con devoción esta jornada dominical. Los fieles que se congregaron en la iglesia de Sant Francesc de Maó salieron al patio para rememorar el pasaje evangélico y bendecir los ramos de olivo y las palmas. "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo". Este pasaje que narra el Evangelio, según San Mateo, fue el momento que cientos de feligreses recordaron ayer para dar inicio y anunciar la Semana Santa.

El sacerdote Llorenç Sales, acompañado por el diácono Joan Mercadal, recordó que "comienza la Semana Santa, la entrada de Jesús en Jerusalén y también la entrada al sufrimiento, pero sin miedos, convencido de su fe". La bendición se produjo en medio de la euforia y la alegría protagonizada principalmente por los más jóvenes. Sales recordó que fueron también los niños los que acompañaron a Jesús en su entrada para obsequiarle con un momento de júbilo como el que se acababa de escenificar, un momento de alegría por un rey que, a diferencia de los recibimientos cargados de pomposidad de los reyes terrenales, entró montado en un pollino, dijo. Sales aseveró que eran niños puesto que ellos son los que dicen la verdad. El sacerdote concluyó indicando que "con Jesús muerto y resucitado se aguanta nuestra fe".

Los fieles salieron en procesión hasta la parroquia de Sant Francesc donde la ceremonia contó con la narración dramatizada de la Pasión de Cristo. Llorenç Sales repitió las palabras de Jesús: "Padre, confío a tu manos mi espíritu" para exaltar la fe que nunca perdió. "Jesús en la cruz sigue confiando en Dios Padre puesto que cree que el mal y el dolor no pueden tener la última palabra". De ahí que animara a los fieles a "vivir la semana más grande para los cristianos desde la fe y la esperanza".