Tienen claro que su vida cobra sentido si la dedican a los demás. Aun siendo muy jóvenes han sentido la llamada de servir al pueblo en nombre de Dios. Son valientes a la hora de tomar una decisión que no sigue el camino tradicional de la sociedad actual. Ingresan en el Seminario en los albores mismos de la juventud o en la misma juventud, dejando incluso atrás proyectos personales y laborales. Prevalece en ellos una adecuada inserción en la vida pastoral de la Iglesia y una mayor madurez humana que, sin lugar a dudas, queda más que demostrada al oírlos hablar y comunicarse. Esta es la razón de ser de los seminaristas.
A día de hoy, Menorca cuenta con diez seminaristas. Seis de ellos están en el Seminario Menor en Familia. Cursan la Educación Secundaria Obligatoria y aunque viven con sus familias, con carácter quincenal se reúnen con sus formadores para iniciarse en la vocación y llamada cristiana. Otros dos están cursando Bachillerato en el Seminario Menor de Valencia. Finalmente, Rafel Cardona y Joan Camps están cursando estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Valencia.
Camps junto a dos compañeros de vocación, Pablo Soriano y Vicent Fayos, han recalado estos días en la Isla con motivo de la celebración del Día del Seminario que coincide con la festividad de San José. Han llevado a cabo unas jornadas en parroquias y centros docentes con el fin de que la sociedad insular tenga presente y conozca la realidad del Seminario y dar testimonio de su vocación para despertar el amor hacia el Evangelio y hacia la Iglesia.
Estos tres jóvenes tienen entre 23 y 28 años de edad. A pesar de la juventud, su vocación y creencia convence por su madurez. Son sin duda alguna, la semilla de la esperanza cristiana.
Así es como preguntas como ¿qué lleva a una persona a tomar una decisión que cambiará su vida? o ¿quién decide hoy día ingresar en el seminario para convertirse en sacerdote? han recibido respuestas claras, firmes y contundentes de estos tres seminaristas a los que Dios les ha llamado al sacerdocio.
Aseguran que los jóvenes no han mantenido en ningún caso una actitud de rechazo sino que han estado atentos, han escuchado su testimonio que ha motivado a su vez muchas preguntas. La juventud y proximidad social de los seminaristas ha impresionado un poco a los estudiantes, señalan.
Añaden que "no hemos venido a convencer a nadie sino solo que piensen y sean valientes a tomar decisiones", agrega Soriano. No obstante, tienen claro que la vocación y el amor hacia Dios "no se lleva, no está de moda" y que, en la sociedad en la que vivimos, "si algún joven cree en Dios incluso llega a disimularlo", apunta Camps. Es un aspecto vocacional del que "no se habla o, se habla poco".
Además, consideran que si un joven plantea o desea desarrollar alguna acción por la Iglesia, a veces no han tenido la oportunidad de hablar con nadie de ello. En el aula se ha percibido, asimismo, la misma tendencia que en la calle, es decir, algunos que no creen en Dios, otros que aseguran ser muy cristianos.
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