Desde aquella fotografía de un hombre acabando con las gallinas del Canal Salat a punta de pistola que publicó este periódico han pasado algo más de cuatro meses. Aquella batida, realizada en dos fases (una a plena luz del sol y otra durante la noche para evitar la protesta ciudadana que generó la primera actuación), pretendía poner fin a la población de gallinas que desde años vive en el Canal Salat, aproximadamente entre la sala multifuncional y el Camí de Sant Joan de Missa. Tras la batida, y la polémica que levantó la actuación, del centenar aproximado de aves que residían en la zona sobrevivieron 16. A día de hoy, esta población se ha triplicado y son ya unas sesenta las aves que han fijado su residencia en este espacio.
La situación, por tanto, vuelve a ser similar a la que motivó la batida del mes de septiembre. De hecho, el Consistorio está estudiando las medidas a adoptar para poner remedio a una situación que contradice las normas sanitarias, según recuerda el concejal Lorenzo Coll. Ayer mismo, operarios del Ayuntamiento se desplazaron a la zona para intentar capturar algunos ejemplares, pero la cacería se saldó con un escaso botín, solamente dos gallinas.
"Los animales ya conocen las trampas que utilizamos para cazarlas, y ni se acercan a ellas", admite Coll. El sistema es relativamente simple. Se colocan unas jaulas colgadas de los árboles, y debajo se coloca comida apetitosa para las aves. En cuanto éstas se acercan para comer, se deja caer la jaula y se atrapa a la gallina. Al parecer, las aves han aprendido, y si detectan una jaula no tocan la comida, por apetitosa que ésta pueda ser.
Además del aprendizaje de los animales, existe otro factor que hace que la colonia de gallinas del Canal Salat crezca. Y es que según asegura el concejal, hay personas que se han dedicado a repoblar la zona con gallinas traídas de otros puntos. Así, añadiéndose a los ejemplares que pueden haberse reproducido, el crecimiento de la población se ha visto favorecida por el factor humano, que además de repoblar la zona, alimenta a las aves. En este sentido, Coll recuerda que la existencia de animales en una zona urbana contradice la normativa, con lo cual hace un llamamiento "para que la ciudadanía cumpla las normas, piense en los vecinos y acabe con una situación tercermundista".
Así, Coll espera que impere el sentido común, y ya está en contacto con varias personas interesadas en trasladar las gallinas del Canal Salat a huertos y zonas agrícolas fuera del núcleo urbano, para convertirlas en ponedoras y darlas de alta ante la Administración. Para ello, sería necesario hacer una nueva batida y capturar unos animales que se han vuelto esquivos y se escabullen muy bien cuando intuyen que quieren apresarlas. Ahora bien, Coll teme que si se realiza esta actuación, después haya gente que vuelva a repoblar el Canal Salat con otras gallinas, y es por eso que insiste en su llamamiento al respeto hacia la normativa vigente.
Son Gall, también
Pero no solo en el Canal Salat viven gallinas. Lorenzo Coll explica que el Ayuntamiento ha recibido quejas en la zona de Son Gall, cerca de Santandria. Al parecer, los propietarios de algunos huertos en los que vivían gallinas han dejado sueltos algunos ejemplares de estos animales, que ahora campan libres por ese espacio y han provocado molestias a algunos chalés. En este sentido, Coll asegura que esta misma semana se desplazará hasta ese lugar juntamente con técnicos municipales para estudiar las medidas que se pueden adoptar en este caso.
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