Paciente. José Luis Narvaiza concluyó el tratamiento en julio de 2011 y actualmente todavía no ha cobrado del IB-Salut - Gemma Andreu

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Por mucho que algunos se esfuercen en defender el argumento de que todos los ciudadanos reciben un trato igualitario, basta con recurrir a cuestiones básicas como la salud para darse cuenta de que no es más que una quimera y una falacia. Y es que, en territorio balear, no es lo mismo vivir en Mallorca que en Menorca, Eivissa o Formentera. La desigualdad no solo es clara, sino que las administraciones, particularmente el Govern balear, no logra comprenderla.

Así se desprende al conocer casos de personas que por cuestiones médicas han tenido que pasar temporadas, cortas o largas, recibiendo tratamientos específicos lejos de casa. Un ejemplo de ello es José Luis Narvaiza, un bilbaíno afincado en Menorca a quien se le diagnosticó cáncer y a quien, dos años después de haber recibido el tratamiento, el IB-Salut todavía no ha abonado los 4.300 euros que tuvo que adelantar para poder viajar a Palma junto a su pareja.

Un caso entre muchos

José Luis Narvaiza tiene 66 años, es natural de Bilbao y es catedrático jubilado de la Universidad de Deusto. Lleva tres años residiendo en Maó, aunque su relación con Menorca se extiende a lo largo de los últimos 18 años, en los que ha tenido casa en la Isla.
En mayo de 2011 inició un tratamiento de radioterapia, en las postrimerías de Son Dureta. Ello implicaba sesiones diarias "de diez minutos", de lunes a viernes. Para ello viajaban los lunes hacia Palma, donde permanecían toda la semana hasta el fin de semana, cuando volvían a Maó para descansar en casa. "Las primeras dos o tres semanas fue bien, pero luego las agencias de viajes empezaron a no tramitar billetes" por la falta de pagos del Govern. Los afectados tuvieron que adelantar el dinero para poder continuar el tratamiento. Luego ya se pasarían las facturas para cobrar los gastos.

"Fueron once semanas de tratamiento, con viajes y estancias en el hotel. Nosotros tuvimos la suerte de tener unos ahorrillos, pero no todo el mundo los tiene. No sé como lo hará la gente", se pregunta Narvaiza, conocedor de que son muchas las personas que se ven obligadas a pasar épocas más o menos largas en la capital balear por cuestiones médicas.

¿Qué supone ir a Palma?

Es fácil decirlo, pero verse obligado a desplazarse a Palma es mucho más que coger un avión y dormir en un hotel.

Narvaiza se muestra agradecido con el personal del Hospital Mateu Orfila que se encarga de los traslados a Mallorca. Cuando surge esta necesidad, "te proporcionan un listado de hoteles", informan del piso que hay en Palma para estos casos e incluso "hay otra opción de estar en un convento". "Hay gente que va a casa de parientes, pero hay que tenerlos", señala.

Los impagos del Govern a las agencias de viajes hicieron que éstas se vieran obligadas a dejar de financiar la sanidad pública. Y ello desembocó en enormes desembolsos por parte de los pacientes. "El IB-Salut nos reconoce la deuda de 4.300 euros, pero no pagan. Pero ir a Palma cuesta mucho más". Porque uno no está en casa, y "los 17 euros que dan de dietas no dan para desayuno, comida y cena".

"El tratamiento son diez minutos diarios. Luego te quedas en Palma, sin tener un lugar al que ir. Porque no te vas a quedar todo el día en el hotel. Y eso cuesta dinero", ya sea en cafés esperando a que llegue la noche, o en transporte público si te mueves por la ciudad. "Aparte de las facturas que tiene que pagar el IB-Salut, hubo otros 3.000 euros de gastos que no quedan cubiertos". De ahí que el concepto de igualdad entre ciudadanos quede totalmente diluido cuando se habla de sanidad. Vivir en Menorca es un agravio comparativo y es algo a lo que la centralidad mallorquina no pone remedio.

"Entiendo que pueda ser difícil justificar que en Menorca haya un servicio de radioterapia, pero una vez tienes que desplazarte deberían ponerlo fácil y pagar", reclama Narvaiza. Y no sólo eso. "Además parece que haces mal si reclamas lo que es tuyo. Lo que está claro es que si tú te retrasas al pagar a la Administración te cobran recargos de demora, pero cuando es al revés no se revisan los intereses ni se compensa por el retraso. Esto debería costarle algo a la Administración", apunta, consciente de que "hay dinero para lo que quieren, para auditorios fantásticos y para hacer rotondas sí que hay dinero".
Además, también se producen situaciones insólitas. "Incluso tuvimos que viajar habiéndonos dicho que la máquina (para el tratamiento) estaba averiada, pero nos dijeron que fuéramos por si acaso al llegar ya estaba arreglada. Y fuimos para nada", explica el afectado.

Pero lo más grave de todo es que el de José Luis Narvaiza no es un caso aislado. Son muchos los afectados que se ven obligados a viajar a Palma por cuestiones médicas y, por lo tanto, son muchas las personas las que se ven en esta injusta tesitura.