"Hay británicos que se han tenido que ir por la crisis"

Paul Abrey estuvo ayer en Menorca acompañado por la cónsul honoraria en la Isla, Deborah B. Hellyer, para despedirse de la comunidad británica en Menorca antes de retomar su carrera en el mundo de la banca en Canadá. Previamente a este encuentro, el todavía cónsul admitió haber hallado en las Islas no sólo el calor climatológico sino también el humano y unas buenas relaciones tanto con las autoridades insulares como con la comunidad a la que representa.

El diplomático, que durante estos años ha visitado Menorca regularmente y ha traído hasta aquí a dos embajadores, aseguró que la Isla "es un lugar fantástico para venir", y afirmó que sigue siendo un lugar preferente para los británicos tanto para pasar sus vacaciones como para instalar aquí su lugar de residencia. Aún así, admitió que "hay gente que se ha tenido que ir, personas del grupo de edad de los 40 años que se han marchado al tener dificultades a la hora de encontrar trabajo, algo que les ha dejado sin muchas opciones". Mientras, el colectivo de mayor edad, de jubilados y prejubilados, "viven peor que antes de la crisis".

Actualmente se estima que en Menorca hay entre 6.000 y 7.000 británicos (alrededor de 50.000 en el conjunto de Balears), cifras entre los que se incluye tanto aquellos que poseen aquí una segunda residencia y pasan en ella al menos seis meses al año, como los que viven en la Isla habitualmente.

Entre el trabajo que ha realizado en el Archipiélago, Abrey señala que "hemos notado un incremento en las peticiones de ayuda en temas como la sanidad o cuestiones financieras".

En estos momentos todavía no se conoce el nombre de quien será el nuevo cónsul británico en Balears. Se prevé que el nombramiento se produzca en unas dos semanas.