ALBERTO GIL IRIONDO. Campanero y cirujano - Javier

TW
0

Autoficha
Soy Alberto Gil Iriondo, nací en Vitoria en 1981, soy médico cirujano general y desde hace año y medio vivo en Menorca, trabajo en el Hospital Mateu Orfila y en la Policlínica. Ya en la infancia se despertó mi vocación por las ciencias de la salud y la biología, siempre tuve el estímulo y apoyo de mis padres, primero para estudiar medicina y luego para especializarme como cirujano. Tengo otra hermana, médico residente en Madrid. Entre mis aficiones destacan la navegación y la pesca, el diseño y construcción de maquetas, la horticultura y la campanología.

El pasado jueves las campanas de Menorca junto al resto de las españolas lanzaron un mensaje por la erradicación de la pobreza. ¿Tocó usted las de Santa María?
Efectivamente, tengo el privilegio de compartir amistad con el rector de Santa María, Josep Manguán. Él, conocedor de mi pasión por la campanología, me invitó a este evento. Las campanas son un medio de comunicación muy antiguo, de más de 2.500 años, aunque tienen su expansión en la Baja Edad Media. Con su voz poderosa y melódica han venido ritmando los principales acontecimientos en la esfera civil y la litúrgica de Europa en los últimos 1.000 años.

¿Es decir que hay un complejo conjunto de toques de campana?
Sí, dependiendo de la combinación de campanas con notas diferentes y la separación entre sonidos se desarrollaron multitud de toques diferentes en cada localidad y para cada acontecimiento, desde toques de difuntos, a repiques de fiesta mayor, pasando por avisos de coronaciones de reyes o papas, a rebato por asedios, fuego… una larga lista de alto valor etnográfico.

¿Cómo se llega a ser campanero? ¿Cuándo comenzó usted?
Se dio la conjunción de mi gusto por el arte y la historia y haber vivido en el campo largas temporadas, en un pueblo donde tenía la oportunidad de subirme a la torre y poder tocar. La irresistible atracción del sonido resonante y armonioso de las campanas hizo el resto.
En mi tierra natal, Álava, los últimos campaneros que quedan organizaron cursos de toques para evitar la pérdida de este patrimonio cultural. Adquirir destreza en el repique de campanas es un arte, yo hago mis toques aunque no llego a la calidad de mis maestros que con 80 años siguen subiendo a tocar y generan melodías muy complejas. Desde entonces, como quedamos pocos expertos en este oficio peculiar, siempre nos llaman a las fiestas, he tenido la suerte de tocar durante años las grandes campanas de la catedral de Pamplona en los Sanfermines y en la coronación de su actual Arzobispo.

¿Según parece está usted bastante implicado en el proyecto de la instalación de las nuevas campanas de Santa María?
Las ocho nuevas campanas alemanas de Santa María son de una calidad excepcional, tienen un gran valor musical y cultural. Son un tesoro musical, único en España, regalo del matrimonio alemán Scollar-Hermbrodt a raíz del internamiento del navío Matilde durante la Primera Guerra Mundial y la acogida excepcional que brindaron los menorquines a los tripulantes. Diversos particulares de la Isla se han interesado en la colocación de estas campanas que están listas para sonar y por lo que estamos tratando de recaudar fondos. En plena época de crisis sabemos que hay otras prioridades, sin desviar la atención hacia las mismas la inversión en cultura y arte siempre devuelve beneficios, si los antepasados menorquines no hubieran hecho un extraordinario esfuerzo en adquirir el gran órgano de Santa María hoy la iglesia no estaría llena de turistas admirándolo en los recitales. Tenemos muchos proyectos ilusionantes, como conectarlas al órgano, como sucede solo en Versalles, y formar una 'colla de campaners' menorquines.