Cinco años después de la inauguración en 2007 de POIMA IV Fase apenas se observa actividad industrial, salvo la comercial generada entre semana entorno a la nave de Mercadona. El 70 por ciento de las parcelas están vacías. Esta última ampliación de suelo industrial en Maó afectó a una superficie de 530.000 metros cuadrados y generó 160 parcelas (una treintena de titularidad pública), pero en la actualidad son muy pocos los terrenos edificados. El porcentaje de actividad empresarial si quiera alcanza el 30 por ciento, a pesar de que su urbanización costó 9,9 millones de euros y la instalación de la red eléctrica otros 2,7 millones.
En sus cuadriculadas calles con nombres de países europeos proliferan los fines de semana los aprendices de conductor. Muchas parcelas están vacías y en otras destaca la presencia de remolques y de material de construcción. Las escasas naves asemejan oasis en el desierto, y en varias de ellas apenas se observa actividad alguna. En otras, en cambio, sí hay movimiento, como en el caso de las instalaciones que ocupan las empresas Menorca Dist; Goldcar; Tolo Pons; Ikea; Fusteria Joan Villalonga Vinent; Iveco Bajolí y Náutica Reynés, entre otras.
La crisis ha ralentizado la actividad económica en esta zona y las solicitudes para la instalación de nuevos negocios se cuentan con los dedos de una mano. Todo ello, a pesar de que el equipo de gobierno local ha priorizado una tramitación administrativa ágil y bonificaciones fiscales con la finalidad de que los empresarios puedan encarar con mejores garantías la coyuntura económica por la que atraviesa la Isla.
Desde el Ayuntamiento insisten no obstante, que la mayor parte del suelo de POIMA IV Fase está en manos privadas, apenas hay terrenos en venta. La idea es que los empresarios puedan invertir y construir en Maó. De hecho, la promoción de la cuarta fase del Polígono resultó determinante para favorecer la instalación de nuevas empresas en esta localidad, por cuanto se generó suelo a precio asequible, según resalta el portavoz socialista en el Consistorio y exalcalde, Vicenç Tur,. El precio de salida de las parcelas fue en su día de 80 euros el metro cuadrado, cuando la tarifa de suelo industrial en otras zonas de la Isla oscilaba entre los 360 euros y 400 euros. Esto dejó a los empresarios que adquirieron suelo en Maó una importante capacidad de maniobra para ejecutar sus proyectos, pero la crisis, unida a la falta de financiación de los bancos, han frenado en seco este desarrollo industrial. Y es que muchos promotores ya tienen bastante con subsistir y conservar lo que tienen, como para embarcarse en nuevas aventuras empresariales.
Al respecto, Vicenç Tur explica que ya durante el último año de su gobierno, muchos de las licencias de obra vinculadas a proyectos empresariales estaban a punto de finalizar los plazos de ejecución. "Algunos empresarios solicitaron prórrogas, pero lo más triste es que otros ya no tenían la capacidad para poder llevar a cabo el proyecto", comenta. En el mismo sentido se expresa el presidente de la Asociación de Empresarios de la IV Fase del Polígono Industrial de Maó, Marcelino Pons Villalonga, quien añade que algunos de los propietarios de parcelas se han visto obligados a vender "porque no podían seguir adelante" y otros aún no lo han hecho porque perderían dinero. "Cada día es más difícil. La economía debería moverse más. Los bancos deberían facilitar la firma de créditos y pólizas porque el Gobierno les ha dado mucho dinero y a los ciudadanos no les llega", denuncia.
Ni siquiera el Ayuntamiento ha ejecutado aún la construcción de las 12 naves de alquiler prometidas por el anterior gobierno para pequeños empresarios por falta de demanda. "A pesar de la crisis el Ayuntamiento debe seguir apostando por un proyecto tan importante para la economía de Maó como es POIMA", concluye Vicenç Tur.
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