José Antonio Marina. Llega a Menorca el próximo viernes - Joan Salicrú

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José Antonio Marina (Toledo, 1939) es catedrático de Filosofía y ha dedicado su vida profesional a la educación y al estudio de la inteligencia. Le apasiona hablar de la mente humana, del talento, y llega a Menorca este viernes, invitado por la Conselleria insular de Bienestar Social y Juventud, que dirige Aurora Herráiz, para dar una conferencia en la sala de plenos del Consell, a las 20 horas, que también podrá seguirse por videoconferencia desde el Centre Municipal d'Art de Ciutadella. El título, "Ética de la felicidad".

¿Viene a hablarnos de ética, señor Marina?
Sí, pero no de un conjunto de preceptos y obligaciones que nos llegan de no se sabe donde, sino de una cosa mucho más vital y sencilla.

¿Cómo definiría ética entonces?
Como lo mejor que se le ha ocurrido a la inteligencia humana para resolver dos problemas fundamentales, que son, la felicidad personal y la dignidad de la convivencia. La normas éticas son la gran creación de la inteligencia.

¿No eran el arte o la ciencia?
No, a mí me gusta decir que el gran logro es la ética, y con ella, la bondad, que es la ética puesta en práctica.

Me sorprende, ya que no es habitual relacionar bondad e inteligencia...
Por eso mis colegas me miran como si no me hubiera enterado de nada. Y más en este país en el que pensamos que el bueno es el tonto.

Entonces, ¿cuál es la finalidad de la inteligencia?
Los más buenos y los más inteligentes son quienes saben resolver los problemas y además con la valentía, el talento, y la perseverancia de poner las soluciones en práctica.

Nos estamos acercando al tema de la felicidad...
En este momento en que se ha puesto de moda la idea de felicidad, conviene decir que la ciencia que específicamente la trata no es la psicología, que habla del bienestar, de la serenidad de las emociones... si no la ética, porque está hablando de qué tipo de carácter se debe formar para estar en buena forma, y cómo eso interviene en nuestras relaciones, organizaciones políticas, jurídicas... .

Escuchándole, parecería que hay algún tipo de receta... de pautas para ser feliz.
Efectivamente, hay una serie de consejos psicológicos como que es mejor ser optimista que pesimista... pero hay ocasiones en que no funcionan porque la psicología suele considerar perjudiciales algunos sentimientos negativos que bajo mi punto de vista es bueno que tengamos, como por ejemplo el arrepentimiento o la compasión, o la vergüenza ante un hecho vergonzoso.

¿La felicidad no se trata entonces de bienestar?
Hemos olvidado que a veces es necesario hacer cosas para las que no estamos motivados y eso nos ha metido en un lío educativo de gran magnitud. Y es que hay cosas para las que es muy difícil estar motivado, porque suponen sacrificio, esfuerzo, ayudar a los demás... Tenemos que subir entonces de nivel y la psicología no sería ese nivel superior, si no que sería la ética. La ética es la ciencia, en cuestiones de felicidad, que lo resuelve todo.

Me está hablando de hacer cosas sin querer...
En algún momento del siglo pasado se sustituyó, para explicar la conducta humana, el concepto de voluntad por el de motivación.

¿Y cuál es la diferencia?
Cuando hablo de voluntad soy yo quien decido lo que voy a hacer, y cuando hablo de motivación es el motivo el que me dice lo que tengo que hacer. La neurología llama a la voluntad funciones ejecutivas del cerebro. Y me parece imprescindible, porque hay que saber que no solo debemos educar sentimientos e ideas, sino también las estructuras mentales.

¿Para qué?
Para llevar a cabo nuestros proyectos y tener una jerarquía clara de valores, además de capacidad de fijar la atención, de mantener el esfuerzo...

Me da la sensación de que usted es un idealista, también porque habla de movilizar a la sociedad...
Yo creo que soy práctico. Necesitamos buscar soluciones y para ello hay que buscarlas realmente. Partimos de que todos educamos, queramos o no. Cuando elegimos lo que compramos, lo que vemos por la tele, si gritamos a nuestro hijos o no les gritamos, si realizamos acciones corruptas en vez de acciones decentes... Todas esas cosas están produciendo una influencia en la sociedad, la están educando.

El concepto de tribu, ¿verdad?
Eso es, la tribu está siempre educando, y hay que llamar la atención a los medios de comunicación, a los políticos... para que eduquen bien.

¿Por dónde empezar?
Yo soy partidario de hacer una carta de los deberes educativos de la sociedad, diciendo que los padres y los profesores tienen unos deberes educativos evidentes, pero también el personal de la Administración, y los policías municipales, y los políticos y los medios de comunicación y los jueces, porque están influyendo en el comportamiento de los demás.

¿A qué nos exponemos en caso contrario?
Todos necesitamos que las personas estén bien educadas porque si no las sociedades se encanallan. Y cuando eso pasa es muy difícil que no nos encanallemos todos. Para educar a un niño hace falta la tribu entera y que sea una buena tribu. Porque si no vamos a estar trampeando y después nos escandalizaremos.

Me hace pensar en los modelos que tenemos en nuestra sociedad y con ello, en una pregunta que me han encargado que le haga... ¿Por qué Cristiano Ronaldo dice que no es feliz? Estamos hablando de alguien que tiene salud, fama, riqueza...
El problema está en que cada palo tiene que aguantar su vela. Pregúntate por qué le damos importancia y por qué estamos pendientes. Nosotros somos quienes tenemos la culpa de esos modelos al aceptar las modas.

¿Entonces es nuestra responsabilidad lo de Cristiano Ronaldo?
Eso es. Estamos instalados en una especie de irresponsabilidad profunda, siempre quejándonos de los demás y no es así como funcionan las cosas.

¿Pero él y su entorno tendrán algo de responsabilidad...?
Escribí un artículo la otra vez que Florentino Pérez dimitió como presidente del Real Madrid, por unas declaraciones suyas quejumbrosas que decían "sé que he malcriado a mis jugadores". Mi artículo decía "mire, que usted malcríe a sus jugadores me trae sin cuidado, lo malo es que usted ha malcriado a mis alumnos, porque al ser sus jugadores modelos de mis alumnos, les está perjudicando".

Nuestros actos tienen repercusiones.
Necesitamos conocer el poder expansivo que tiene lo que hacemos.

¿Será cuestión entonces de no consentir, de apagar la tele, de no tolerar ciertos comportamientos...?
De no consentir y de no acostumbrarse. Pasa lo mismo con la corrupción. Nos habituamos a cualquier cosa y una cosa que en principio nos parecía perversa o indecente, si la oímos mucho, acabamos pensando que así es el mundo y que no hay nada que hacer. Se trata de ajustar la mirada. Y de no colaborar.

Hábleme de la universidad de padres que usted fundó.
La fundé hace cinco años porque me di cuenta de que había muchos padres que no sabían muy bien como educar a sus hijos y hacerlo compatible con sus vidas personales, laborales, de pareja. Y por otro lado, tenía la seguridad de que en estos momentos sabemos muchísimo sobre educación.

¿Y cómo funciona? ¿Qué es lo que hacen?
Los programas se dirigen a los padres para explicarles de manera muy práctica lo que les está pasando a sus hijos en cada edad y lo que es importante que se eduque en ese momento. Hablamos de los problemas más frecuentes y hasta donde sabemos, de las soluciones que son efectivas. Por eso son unos cursos que están muy pautados y cada padre se matricula en el curso que le corresponde a la edad de sus hijos.

Ya le decía yo, un idealista que intenta transformar la sociedad...
Es que yo creo que la cultura de la queja no es buena, no acaba de funcionar. Hay una frase de Max Aub que eligió para su tumba, y que yo repito mucho porque está llena de nobleza, de humildad y de orgullo y que dice: "Hizo lo que pudo". Hay que quejarse menos y hacer lo que se pueda.