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Colillas a medio apagar, vidrios, cajas de cartón, bolsas... Es un escenario habitual para el que pasea por alguno de los múltiples tramos del Camí de Cavalls, que está padeciendo este año el incivismo y la falta de sensibilidad medioambiental de ciertos turistas. A pesar del control y el mantenimiento de la Fundació de Persones amb Discapacitat, adjudicataria de los servicios de conservación de las rutas, el exceso de visitantes ha desbordado cualquier previsión. Sólo así se explica el castigo al que están siendo sometidas algunas partes del recorrido, como la de Cala Galdana a Mitjaneta, en Ferreries. "Un día ya no podíamos más y nos pusimos manos a la obra mi mujer y yo; llenamos hasta cuatro bolsas de basura", explicó ayer Joan Riera, profesor de Ecología en la Universitat de Barcelona y que lleva nueve años veraneando en Menorca y tres recorriendo estos parajes.

La promoción del Camí de Cavalls ha logrado crear una marca que muchos de los turistas que visitan la Isla quieren conocer. Hay zonas muy pobladas, con gente circulando arriba y abajo y a veces no es suficiente con la labor de protección que se lleva a cabo desde la Fundació. En plena temporada las zonas dañadas se han multiplicado, con orillas llenas de latas, botellas y, sobre todo, restos de cigarros. "La gente es muy sucia. Tanto dejan compresas, pañales o 'kleenex' como colillas o botellas, que pueden provocar incendios. Creo que uno de los principales atractivos de Menorca son sus bosques y hay que insistir en concienciar a los turistas del peligro", alertó Riera, que recuerda los desastres ecológicos que han asolado este verano las zonas del Empordà, en Catalunya, Mallorca o Valencia.

Joan Riera considera que uno de los problemas estriba en que en algunos puntos no existen contenedores, básicamente en el inicio del Camí, por lo que la gente acaba por lanzar la basura en tramos sucesivos. Propone más zonas para arrojar los desperdicios y, básicamente, más información a los turistas: "Hay cosas que se pueden hacer antes de limpiar, como un trabajo de educación a los turistas. Muchos no están al corriente de que visitan un espacio natural protegido. También se podrían notificar las alertas en los mapas del inicio del camino y poner más espacios para dejar la basura. En algunas zonas cuesta ver los contenedores".

Desde la Fundació de Persones amb Discapacitat explican que realizan "actuaciones diarias", pero que es muy difícil controlar si los caminos están más sucios que antes porque "sólo llevamos tres semanas trabajando", según afirmó Andreu Hernández, su gerente: "Actuamos de forma conjunta con el Consell, que elabora informes y nos dice dónde debemos ir en función de si tiene una alerta u otra. Pero no podemos comparar si está más o menos sucio que otros años".

Hernández considera que la brigada realiza maniobras "medioambientales" más que de recogida de basura y no puede detallar si faltan o no contenedores en algunos de los tramos o accesos al Camí: "Los que trabajan son profesionales de mantenimiento más allá de si tienen alguna discapacidad. Hay cinco personas, con un monitor y cuatro peones que hacen un mantenimiento cada día de los tramos con actuaciones diversas. El Consell es el que coordina y nos da los avisos concretos", relató el gerente de la Fundació.
El Camí de Cavalls, constituido como un sendero para la defensa de la costa menorquina en el siglo XIV (según algunos historiadores) y recuperado como camino público tras la reinvidicación popular, cuenta con un total de 20 itinerarios distintos. Es uno de los iconos del turismo en Menorca y el Consell ha invertido 101.089 euros en el contrato para su conservación y mantenimiento hasta 2013. "No sé si ha cambiado el tipo de turista, pero hace tres años que hacemos este camino y nunca había estado tan sucio. Es importante hacer un trabajo de concienciación", remató Riera.

Algo difícil de controlar cuando hablamos de muchos kilómetros de camino y una gran cantidad de turistas que, diariamente, frecuentan estas rutas que perfilan la geografía insular.