El Ayuntamiento de Ciutadella ha impulsado la celebración, esta noche, de un debate sobre la situación económica actual, un acto que han organizado el Cercle d'Economia de Menorca y el Institut Menorquí d'Estudis y que lleva por título "El retorno del crédito: ¿Cuándo, para quién?". Será esta tarde, en el Bastió des Governador a las 19 horas, y contará con tres ponentes de relevante trayectoria. Eso es, con el ingeniero, Joaquím Coello, el catedrático del departamento de Economía del IESE (la escuela de dirección de empresas de la Universidad de Navarra), Alfred Pastor, y el director del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luís Malo de Molina.
Alfred Pastor (Seu d'Urgell, 1944) es profesor ordinario y titular de la Cátedra Banco Sabadell de Economías Emergentes en el IESE, donde inició su trayectoria en 1995, después de haber sido Secretario de Estado de Economía (1993-1995). También ha sido profesor de economía en la Boston University, trabajó como Country Economist en el Banco Mundial y ha formado parte del consejo de administración de entidades como el Banco de España, el Círculo de Economía y empresas como Sol-Melià, Hidroeléctrica del Cantábrico, COPCISA o Abertis Telecom.
El título de la charla define el problema actual. ¿Cuando acabará?
En estos momentos, el sistema bancario está cargado con unos pasivos derivados del final de la burbuja inmobiliaria. No veo posible que este volumen de deuda privada se pueda devolver con las condiciones originales. No sé qué parte pertenece a la banca y cual a empresas no financieras, como constructoras y otras que tienen grandes deudas en el exterior. La solución de prestar dinero a la banca, que es lo que está haciendo el Banco Central Europeo es sólo provisional. Soluciona las tensiones de liquidez de la banca pero no les deja aumentar el crédito. No sé cuando se podrá recuperar el flujo normal de crédito, pero me parece que el desapalancamiento de las entidades financieras está siendo muy lento, al igual que el de las familias. El crédito debe ir, fundamentalmente, a las empresas, porque son las que necesitan financiación.
¿Los bancos tienen capacidad crediticia en estos momentos?
Yo creo que tienen capacidad. Los bancos dicen que la hay pero que no hay buenos proyectos, y las empresas dicen que no obtienen financiación. No sé como solucionarlo si no es recapitalizando los bancos, reestructurando parte de la deuda que tienen con entidades financieras extranjeras, de manera que sus balances tengan un cierto margen para operar. Y también, conseguir recuperar la confianza de los mercados internacionales sobre la economía española, porque parte de esta liquidez puede venir de inversores extranjeros, precisamente cuando se están retirando. Las tres claves que más pesan son la herencia pasada de la burbuja inmobiliaria, la situación de nuestro sistema financiero que tiene poco margen, y la poca confianza en la economía española que hace que no entre dinero externo. Hay que generar confianza, y eso depende de muchos factores, de las acciones de los organismos europeos, de la decisión con que se vea que nuestro gobierno aplica las medidas y cómo la población lo acepte. Yo creo que debe haber una negociación entre deudores y acreedores.
¿Es bueno el modelo de gestión que impulsa Europa y que aplican países como España?
La actuación del Gobierno, a grandes rasgos, hace que aumente la confianza exterior en nuestra economía, porque se ve que hay un Gobierno que se hace cargo de la situación y que está determinado a poner en marcha estas medidas. Aunque por otro lado, todas estas medidas se han anunciado pero no se han puesto en marcha. El Gobierno ha dado muestras de indecisión y de incoherencia. Es comprensible con una situación como la nuestra, pero no da una buena impresión. Mi veredicto es positivo en términos generales, pero no tanto como lo habría sido hace cuatro o cinco meses.
Dice que es importante generar confianza exterior. ¿Pero qué sucede con la interior del país con estas medidas que están castigando especialmente al obrero?
Estas reformas que nos están imponiendo deberían combinar esta necesidad de unas reformas que son contrarias al crecimiento a corto plazo, con el mantenimiento de un mínimo crecimiento. Y ese es un equilibrio muy delicado. Luego, cuando desde fuera sólo exigen medidas de austeridad, aparece la desconfianza interna. Y hay que saber gestionarlo. Se ha creado un estado de desconfianza generalizado y no sólo en España, sino también en los países del norte. Desconfianza mutua. Y ese es un gran obstáculo para el progreso. Porque si hay que progresar no sólo puede haber sacrificios de la parte deudora, sino también de la acreedora.
¿Cuanto se puede prolongar esta crisis?
Espero que el año que viene haya síntomas de crecimiento positivo. Es excesivo pensar que un país como Grecia o España pueda estar cinco o seis años con una caída continua de su Producto Interior Bruto. Es muy difícil decirlo, pero no creo que nuestra economía esté condenada a este tipo de pesadilla. Este año ya está sentenciado, y es probable que la primera mitad de 2013 también sea negativa, pero en la segunda mitad debería haber una mejoría.
¿Cómo se supera?
Una cuestión que hay que vigilar es que los esfuerzos a realizar durante este tiempo deben estar mejor repartidos. Se debe y se puede, para paliar la situación de las que son las principales víctimas de esta crisis. Los que trepaban hacia la clase media y que se han quedado sin trabajo, cargados de deudas y con una situación familiar difícil. Si no, corremos el riesgo de que esto se transforme en malestar social. La gente debe tomar conciencia de que hay personas en una situación muy precaria y hay que actuar en consecuencia, hay que hacer esfuerzos de generosidad.
Las medidas que aprueba el Gobierno afectan a los mismos, no se incide en las grandes fortunas. Más bien lo contrario, hay amnistías fiscales...
Lo de la amnistía fiscal es un error, lo he pensado siempre que se ha hecho una. Y siempre va a ser la última. Los beneficiarios de estas amnistías se hartan a reír. No hay duda de que las clases más débiles y desfavorecidas económicamente son las que más sufren en términos absolutos. Pero en términos relativos no hay que olvidar que los accionistas de la mayoría de empresas no cobran dividendos, que las acciones que valían 10 ahora valen 2 o 3, que los pisos que antes valían 1 millón ahora valen 300.000 euros. Toda la economía española ha sufrido la crisis, de rositas se han ido muy poquitos.
Ahora, en Menorca se impulsan cambios normativos urbanísticos con la excusa de favorecer el crecimiento. El lunes contaba la arquitecto Pilar Cos que eso es un disparate...
Coincido plenamente, y más en el caso de Menorca. No soy de aquí pero llevo 49 años viniendo, y querer paliar la crisis con más construcción es una bestialidad. Porque darán puestos de trabajo que generarán una productividad bajísima, y cuando esté todo construido, será irreparable, como ha pasado en el levante y en la Costa Brava. Hay que construir, sí, cuando se digiera lo que está hecho. Se pueden cambiar cosas del PTI, pero cambiar su orientación sería un error. Porque cuando se acaben estas casas, la gente que venía dejará de venir y los menorquines se quedarán sin turismo y con unas casas que además habrá que pagar.
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