Jean-Jacques Jordi, doctor en Historia por la Universidad de Aix Marseille, ofreció el jueves una conferencia en el Ateneu de Maó durante la que explicó sus investigaciones sobre los menorquines en Argelia a través de los fondos del Archivo de Ultramar Francés".
Jordi, nacido en Fort de l'Eau (Argelia) ha sido director del Memorial Nacional de Francia de Ultramar y ha trabajado como investigador en la Maison Mediterranee des Sciences de l'Homme. Actualmente es el encargado técnico de cultura del Ayuntamiento de Marseille. Jean-Jaques Jordi es descendiente de dos familias de emigrantes que procedían de Menorca. Como historiador ha investigado otras migraciones en el Mediterráneo y la colonización y descolonización de Argelia.
La investigación de los documentos del Archivo de Ultramar Francés testimonian que "Los menorquines que emigraron a Algeria, desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, pasaron por un proceso de culturización hasta llegar a ser franceses en relativamente poco tiempo. Dejaron de hablar menorquín, aunque conservaron algunas palabras, pero curiosamente lo que más tiempo conservaron fue la manera de cocinar, desde la celebración de las "porquejades" a las "formatjades", "crespells" y "oli-aigua", y características propias de la arquitectura menorquina, como el blanqueado de las paredes o las típicas ventanas, incluso la "porxada" , que adaptaron a sus nuevas casas".
Todos estos detalles, y muchos más, Jean-Jaques Jordi los ha ido descubriendo en un archivo, el de Ultramar Francés, que tiene una longitud de 20 kilómetros de documentos de los cuales 12 kilómetros están dedicados a Argelia y de estos, según calcula Jordi, unos 50 metros se refieren a los menorquines.
Alrededor de 7.000 u 8.000 menorquines partieron hacia Argelia en tres migraciones. Las primeras fueron espontáneas y debidas a los viajes que hacía el ejército francés hacia Argelia pasando por Menorca donde estuvieron como colonizadores en el siglo XVIII.
La tercera colonización fue propuesta por el Baron de Vialar que había comprado tierras en Argelia y quería colonos como los menorquines "gente pobre pero trabajadora, con sentido del honor y que no se preocupa por la política", explica Jean-Jaques. El Baron de Viliar se encontraba en Menorca y gracias a su relación con el secretario del Gobernador fue fácil convencer a una parte de la población.
De los documentos trasciende la llegada de los emigrantes y su adaptación; los trabajos a los que se dedicaron que van desde el campesinado a muchos trabajos artesanales como el del herrero; las costumbres, como la del cortejo, que se mantuvieron durante un tiempo o su relación con otros grupos de emigrantes, minoritarios, como los mallorquines, ibicencos o alicantinos. Los emigrantes menorquines, hasta la segunda Guerra Mundial, siguieron casándose entre ellos.
Algunos menorquines hicieron fortuna en Algeria, una familia, Sintes, llegó a tener 300 hectáreas de tierra, los Meliá, primero a través de contrabando, llegaron a tener grandes negocios dedicados al tabaco. Pero llegada la independencia de Algeria esos menorquines, que ya eran totalmente franceses, optaron por irse a su país, Francia.
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