Hermanados. Ramón Falcón (con traje blanco en el centro) y los miembros de la Asociación de Bailes Latinos de Mahón. A la derecha, los turistas alemanes en Son Bou - R.F.

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Ramón Falcón, alemán de nacimiento, sevillano de corazón y con pasaporte español, sólo quería viajar con sus alumnos y disfrutar de su pasión, el baile, bajo el sol de Menorca, donde reside su buen amigo, "casi un hermano", Leonardo, propietario de la coctelería Mai Tai de Son Bou.

Clases intensivas de salsa, merengue y bachata con intervalos de playa, alguna paella -cuyas calorías se queman rápidamente a golpe de cadera-, y un entorno agradable para dejarse llevar por los ritmos que, durante el invierno, han practicado en la academia que Falcón dirige en la ciudad de Hagen, a unos 60 kilómetros de Düsseldorf.

Su iniciativa ha cobrado tal fuerza que, de un grupo inicial en el año 2008 que apenas superaba la docena de personas, ha pasado a atraer a turistas amantes de los bailes latinos no sólo de Alemania, sino también de Suiza y Austria. Todo un producto desestacionalizador, ya que los viajes se organizan siempre en el mes de mayo, que el año pasado contó con unos 40 alumnos, cifra máxima para Ramón Falcón, ya que lo primordial es poder bailar con espacio y comodidad.
"No quiero más, hay que dar bien las clases", aseguró ayer Falcón desde Alemania, quien asegura que tiene interés en preparar otros viajes de salsa a Croacia o Turquía pero que, de momento, Menorca es su casa.

Aquí los salseros alemanes conocen a los aficionados de la Isla y bailan con ellos, ya que el grupo organizado desde Hagen realiza actividades en colaboración con Baílame, la Asociación de Bailes Latinos y de Salón de Mahón, que preside Paco Lora. Todos ellos se unieron el pasado año en una noche especial en la Cova d'en Xoroi, donde hasta la medianoche la música electrónica dejó paso a la salsa y tanto germanos como locales demostraron sus habilidades.

¿Y qué diferencia a los alemanes de los españoles en esto del ritmo? Pues parece que, como en la economía, ellos van sobre seguro, tardan en soltarse pero luego no hay quien los pare. "No son como nosotros, la enseñanza es lenta, van despacito pero lo cogen", comentó el profesor, que ya está organizando, entre el 20 y el 27 de mayo, un nuevo viaje de sol y salsa a la Isla. Por el contrario, "los españoles al principio van a su bola, pero luego lo bailan rápido".

De la industria a la pista

Nada le hacía suponer a Ramón Falcón que el baile latino acabaría siendo su profesión, aunque ya de pequeño aprendió flamenco, porque su formación estaba dirigida a trabajar en la inyección de plásticos, en el sector industrial. "Pero me interesé por las clases de salsa, empecé a asistir para aprender yo, pero sólo diez meses después de haber entrado en la academia me contrataron como profesor", relató ayer.

Una visita a La Habana y diez años de clases después, Falcón, que empezó enseñando a unas tres parejas de baile, tiene ahora más de 120 alumnos y Menorca, en primavera, se ha convertido en el lugar idóneo para combinar las clases y el relax. Los turistas residen en villas en la urbanización de Son Bou y viajan desde Düsseldorf o Colonia. Sin gastos millonarios en promoción pero abriendo, poco a poco, mercado.