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El otro día acompañé al peluquero a un amigo, y mientras le despejaban la cabeza con la esperanza de que aclarase sus ideas, rebusqué en el montón de revistas que uno suele encontrar en el peluquería, o en el dentista, y cayó en mis manos una de anuncios clasificados. Siempre que ojeo este tipo de revistas me fijo en los anuncios de particulares que ofrecen o demandan cosas, y en la sección de personas que se ofrecen para trabajar, desgraciadamente las ofertas de empleo son prácticamente nulas.

Me llamaron la atención varios anuncios, el primero rezaba: "Limpio a cambio de comida. Trabajo de limpiadora a cambio de comida". Este anuncio refleja la realidad que vivimos mejor que ningún estudio sociológico o económico, mejor que cualquier publicación en una revista especializada en tasas de crecimiento o datos macroeconómicos. ¿Dónde nos equivocamos, en qué fallamos para llegar a una sociedad que permite que alguien se ofrezca a trabajar a cambio de alimentos? Intento imaginarme a  la persona que puso el anuncio, la desesperación en la que se debe encontrar para ofrecer su trabajo a cambio de poder comer, de dar de comer a su familia. Imagino también que alguien llame, que le diga que necesita limpiar su chalet y que le pagara con un litro de aceite o un kilo de macarrones. Admiro la valentía de la persona que ha puesto el anuncio, de no importarle trabajar en esos términos a cambio de su supervivencia, o de la supervivencia de las personas que quiere. Y maldigo el sistema y a las personas que han consentido, y que siguen fomentando que esto pase. Con sus tijeras, con sus corrupciones, con sus privilegios, con sus medios afines esparciendo el miedo, para que todos agachemos la cabeza y abracemos la esclavitud.

El siguiente anuncio en el que me fijé decía: "Papá Noel con vehículo propio se ofrece para alegrar a los más peques estas Navidades….". Ahora que se habla tanto de que la clave para bajar el número de desempleados está en los emprendedores, es digno de admirar la imaginación de este anunciante anónimo. Imagino que detrás de sus palabras hay un acto de rebeldía, de intentar buscarse la vida, de llegar a esta situación después de haber peregrinado por las diferentes oficinas mal llamadas de colocación. Después de haber tirado de agenda, de preguntar a familiares y amigos si hay algo para mí. Respeto profundamente su intento de ganar algo de dinero trabajando de Papá Noel, y el nivel de respeto hacia él es igual de intenso al desprecio que me provocan los que siguen jugando al Monopoly con nuestras vidas.

Basta dar un paseo por el centro de cualquier ciudad de este país, para ver que los hombres anuncios han florecido como setas, fundamentalmente los que anuncian la compra de oro. Y debe ser que el oro empieza a escasear, porque algunos anuncian que ya no solo compran el dorado metal, sino que además te compran también la plata. Y  en esta degradación de compra de metales, me informaron que, no hace mucho, ocurrió una oleada de robos de tapas de alcantarilla en la ciudad de Palma, imaginen conmigo: "Compramos oro y plata, pero si ya no le queda aceptamos cualquier metal pesado, como por ejemplo unas tapas de alcantarilla, pagamos bien, las puede usted traer rodando ".

Y para terminar, querido lector, como siempre me cuesta dejar malas sensaciones, un anuncio que refleja otra realidad, o quizás la misma pero sin tanta urgencia." "Me ofrezco para trabajar, pero solo los sábados por la mañana o por la tarde…"