Usted cuenta que cuando le diagnosticaron esclerosis tuvo una depresión. ¿Cómo logró sobreponerse?
Lo pasé muy mal, fue muy duro. Tuve una depresión enorme y no quería salir, me encerré en mí mismo. Es difícil verte un día normal y luego estar así. Hace cuatro años que voy en silla de ruedas, que no puedo andar. El cerebro es el mismo pero el cuerpo no y hay que aceptar ese cambio. Pero yo recomiendo a quienes estén pasando por eso que se dejen ayudar porque lo peor que se puede hacer es quedarse encerrado en casa.
Precisamente, dice que acudir al Centro Carlos Mir le ayuda mucho. ¿De qué manera?
Estar en el centro y poder hablar con mis compañeros me ayuda. Veo que, a pesar de mi enfermedad, no estoy tan mal. Lo más triste sería no hacer cosas y que fuera pasando el tiempo. En el centro estoy con amigos, pinto, les ayudo... Paso buenos momentos y hago de tutor para discapacitados intelectuales. También recibo fisioterapia, que es básico para mí.
El próximo dos de diciembre tiene una cita especial en Mallorca.
Sí. Viajaré junto a la directora del centro a Palma para hacer una intervención en el Parlament con motivo del Día de la Discapacidad. Se basará en igualdad y no discriminación y recoge diferentes reflexiones para los políticos. Yo les pediría que tuvieran en cuenta lo importante que es el día a día para nosotros y el gran apoyo que recibimos en estos centros. Eso sí, tanto la directora como yo tenemos claro que por la mañana iremos al Parlament pero por la tarde nos vamos de compras.
Cuando termina su jornada en Maó, vuelve a Ciutadella. ¿Cómo se apaña solo?
Muy bien. Vivo solo y totalmente independiente. Lo prefiero así, a mi manera. Aprovecho lo que va surgiendo día a día, no hago planes de futuro. Vivo el presente.
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