Espectáculo. La jornada final de la Volta estuvo marcada principalmente por la espectacularidad de los paisajes de la zona de Llevant. - Niní Marquès/Kike Cardona

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La Volta a Menorca en BTT puso ayer el broche final a otra exitosa edición que sumar a su historia. Tras tres días deporte en plena naturaleza, el grueso del pelotón cruzó la meta en Es Castell tras 188 kilómetros de pedaleo intenso. Si las dos primeras etapas ya habían hecho mella en las piernas de los deportistas, éstos tuvieron ayer que enfrentarse a la etapa reina, una de las más largas en los siete años de historia de la cita deportiva. Y es que como suele advertir el presiente de la Penya Ciclista Ciutadella, Pere Català, "a Menorca no se viene de paseo. Tenemos que mantener un nivel de exigencia porque es lo que buscan los participantes".

A las 9.30 de horas, en la Plaça Esplanada des Castell, el alcalde del Consistorio, José Lluís Camps, y Català procedieron a cortar la cinta en la línea de salida ante el numeroso público que no quiso perderse la primera etapa de la Volta en el municipio. Por su parte, los participantes han destacado, sobre todo, la belleza de los paisajes que han atravesado durante la primera parte del día, como el Marcar de Binillautí, Cala Calders y la zona de Mongofra.

Belleza y dureza
La espectacularidad de los primeros tramos contrastó con la dureza del camino, con constantes bajadas y subidas, una auténtico "rompepiernas" para los participantes. Al pasar por la zona de Es Grau tuvo lugar el incidente más destacado de la jornada, que se saldó con la rotura de la nariz por parte de un guía. Este año las "vacas", tal y como se conocen a los ciclistas de apoyo que pone la organización, se han llevado la peor parte: otro de los guías se rompió la clavícula en la jornada del sábado. A nivel físico, poco más que destacar en una jornada que no se ha caracterizado por los habituales tirones y calambres.

Los "bikers" han tenido que afrontar un último esfuerzo en el tramo final, ya que la llegada a Es Castell estuvo marcada por la exigencia técnica de un camino, concretamente el des Moro y Sa Torrilla, caracterizado por su estrechez entre muros de piedra y pavimento de roca.

Recta final
Los primeros en llegar a la meta cumplieron con el horario previsto (15.20 horas), mientras que los más rezagados completaron el recorrido aproximadamente una hora después. Las grandes diferencias físicas entre los participantes propiciaron que se formara un rosario de "bikers". Desde de la organización recuerdan que la Volta es fiel a su espíritu de carrera no competitiva. Como ya viene siendo habitual, se han producido muy pocas bajas a lo largo de todo el fin de semana, algo que se consigue año tras año con la adaptación de las rutas a través de "recortes" de itinerario para los menos preparados. Por otra parte, los organizadores destacan que se salvó con éxito una de las mayores preocupaciones de la jornada, garantizar la fluidez en los últimos kilómetros de zona urbana, algo que según recuerdan se consiguió gracias a la colaboración de las fuerzas del orden.

Clausura
Una vez más, muchos "bikers" ha coincidido en destacar la buena organización de una prueba que cada vez es más conocida fuera de la Isla. El broche final se puso durante una cena de clausura celebrada en el hotel Farragut de Ciutadella, donde se procedió a la entrega de premios entre los participantes y el sorteo de material deportivo.