Prueba. Discurrirá entre el sábado y el lunes por toda la geografía de la Isla - Archivo

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Pese a que cada año la Volta a Menorca en BTT se pone un techo de participación –en torno al medio millar de ciclistas–, siempre lo supera. Y es que en la séptima edición de esta prueba deportiva no competitiva que arranca el sábado en Ciutadella tomarán parte 620 "bikers", lo que una vez más demuestra la capacidad de convocatoria de un evento que año tras año gana en popularidad tanto dentro como fuera de la Isla. Buena prueba de ello es el eco que las rutas organizadas por la Penya Ciclista Ciutadella tienen en las revistas especializadas.

En esta edición las tres etapas son de nivel medio-alto. No es que cada año se escojan trazados más duros de una forma progresiva, confiesa el presidente de la organización, Pere Català, quien sin embargo reconoce que apuestan "por una prueba de nivel. No queremos que sea un paseo. Pretendemos que la gente venga tres días a hacer bici de montaña y se vaya satisfecha y cansada. Por eso es importante mantener un nivel de exigencia alto".

Más kilómetros
Otra de las características de la presente edición será la longitud del recorrido, el mayor en la historia de prueba, con 188 kilómetros y una prueba reina, la de Es Castell, con 70 kilómetros que pedalear. Pero cuando se habla de rutas, Català señala que es uno de los mayores quebraderos de cabeza de los organizadores: "Siete años sin repetir un solo camino es muy complicado, pero al menos hemos conseguido que todas las rutas hasta la fecha hayan sido nuevas". Lo que sí permanece inalterable es la tradición de repartir lo más posible el tránsito entre toda la geografía de la Isla.

La afición de practicar bicicleta de montaña ha crecido mucho en Menorca durante los últimos tiempos. 335 de los inscritos, algo más del 50 por ciento del pelotón, son residentes en la Isla. El resto se reparten mayormente entre Mallorca (121), Barcelona (107) y Girona (21). Cabe destacar que se desplazarán hasta aquí en esta ocasión nueve extranjeros, llegados desde Alemania, Holanda, Portugal y el Principado de Andorra.

Los datos hablan a favor de la popularidad de un evento que, como tantos otros, se las ve y se las desea para salir adelante por culpa de la crisis y los recortes por parte de las administraciones públicas. Esa precariedad fue la que llevó el año pasado a los organizadores a lanzar un SOS: sin ayudas, no seguirían adelante. El Consell tomó cartas en el asunto garantizando unas partidas que tras el cambio de color político no se han traducido en dinero. "En estos momentos lo que nos importa es que la edición salga lo mejor posible", confiesa Català, quien lamenta que los acuerdos hayan quedado en el aire. Al parece se han mantenido nuevos contactos para desbloquear la situación. "Tenemos todo su apoyo moral, y económicamente dicen que harán lo que puedan".

Habrá que esperar todavía para saber si tiene continuidad una prueba "cuyo modelo funciona y supone una herramienta muy buena para promocionar la Isla", concluyen desde la organización.