La sombra de Sabina es alargada, muy alargada. Pretender hacer un concierto con la música que ha popularizado Sabina, pero sin el maestro, es una apuesta arriesgada. A priori, quien lo intente tiene más números para salir perdedor que ganador. Aún así, a pesar de que el camino pintaba tan poco prometedor, hay quien ha osado caminarlo. Y es que sin duda, Sabina es mucho Sabina, pero Sabina no sería Sabina sin sus músicos. No ya los que le acompañan en sus giras y ponen música a sus canciones.
El maestro no habría llegado a este nivel sin aquellos que le ayudan a componer esas canciones. Y estas personas tienen, sobre todo, dos nombres: Pancho Varona y Antonio García de Diego. El viernes recalaron en Ciutadella de la mano de la nueva productora On-Off Produccions, y demostraron, como dijeron ellos mismos, que hay vida más allá de Sabina.
En este caso, la sombra de Sabina no ha oscurecido nada. Al contrario, seguramente. Varona y García de Diego han dado rienda suelta a su creatividad de la mano del genio de la voz rota, pero cuando se sueltan de ella, son capaces de andar su propio sendero y descubren al público dos músicos tremendos, brutales, completísimos. Entonan los temas de Sabina a la perfección, haciendo que el público coree aquellos temas que han marcado muchas vidas y que describen, con la poesía de cada día, escenarios y situaciones que muchos recuerdan. Pero Varona y García de Diego descubren también temas propios, versiones de otros autores e incluso se atreven a reinterpretar clásicos convertidos ya en himnos sabineros como el "Ni contigo, ni sin ti", convirtiéndolo en una rumba aflamencada, con toques de humor, que atrapa al público desde el primer momento y hace que entone la canción con una sonrisa en la boca.
Unas 250 personas disfrutaron del concierto en la sala multifuncional del Canal Salat. Excelente carta de presentación de la productora de Bep Marquès. Sin duda, Varona y García de Diego tienen mejores voces que Sabina. Sorprende sobre todo la de Antonio, quien es capaz de seducir interpretando temas íntimos y sinceros, y para quien no supone un obstáculo que de pronto el cable de su guitarra la convierta en una central nuclear periférica y tenga que dedicarse solamente al teclado. Varona es más relaciones públicas, guitarrista auténtico, sin fisuras. En momentos de la noche, uno se sorprende como una simple guitarra y un teclado, o dos guitarras, junto con dos voces y una buena música, transportan por un momento al espectador al interior de una burbuja íntima, sentimental, en la que palabras como la crisis o la prima de riesgo se esfumaron.
La sorpresa de la noche llegó cuando los dos artistas anunciaron que quien quisiera, podría subir al escenario a cantar con ellos los temas míticos de Sabina. Era una oportunidad única. Muchos han interpretado, perpetrado o destrozado canciones del mito del bombín en la ducha, en el coche o en el sofá. Pero hacerlo con los auténticos músicos de Sabina es como subirse a un Ferrari sin ser conductor de Fórmula-1. Una especie de karaoke de lujo, que hizo las delicias, entre otros, del propio Bep Marquès, y del dúo Víctor y Joan quienes, por dos veces, dejaron a un lado la vergüenza y se convirtieron en sabineros sobre el escenario.
La noche acabó sobre las doce. Fue íntima, acogedora. Una velada en la que el público, por ejemplo, descubrió que himnos como el "No me importa nada" de Luz Casal era obra de dos músicos como la copa de un pino a los que no les supone problema estar a la sombra de Sabina. Sin duda, el genio se lleva los flashes, pero es que, además de que hay vida más allá de Sabina, la vida con Sabina debe ser un lujo. Y, evidentemente, para Sabina, la vida no sería vida sin Varona ni García de Diego.
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