"Acostumbrarse a los buenos hábitos no es tan complicado"

¿Cómo se adentró en el mundo de la dietética?
Fue cuando me apunté al gimnasio. Me gustó tanto que decidí estudiar algo relacionado. Al principio, me decanté por la fisioterapia pero al final me tiró más la dietética. Eso fue hace seis años y ahora me dedico a educar a mis clientes en lo que alimentación se refiere. La mayoría de ellos vienen porque quieren perder peso, no saben incluir ciertos alimentos en su dieta o tienen desequilibrios y malos hábitos.

Tenemos mucha información a nuestro alcance, sin embargo, los ciudadanos se alimentan cada vez peor.
No es por falta de información es porque somos muy cómodos y nos dejamos llevar. Lo peor que puede hacer una persona es abandonarse. Es cuestión de volver a coger buenos hábitos, que no es tan complicado. Tenemos la dieta mediterránea, que es estupenda, pero preferimos una pizza o una hamburguesa que es más rápido. Vamos a lo práctico.

¿Qué consejos daría a quien quiera cambiar su pauta?
Lo primero es tener ganas de cambiar. Hay que hacer deporte. Puede ser cualquiera que nos haga sentir bien, relajarnos y desconectar. También hay que comer cinco veces al día y, por otro lado, descansar todo lo que sea necesario. Hay quien necesita seis horas y hay quien tiene que dormir nueve para estar bien.

¿Alguna anécdota a lo largo de todos estos años de trabajo?
Hay un colectivo que me resulta curioso y son los hombres tipo "cachitas", porque están muy interesados en inflarse a batidos de proteínas y a hacer muchas pesas para fortalecer pecho y brazos. Piden una fórmula milagrosa y al final acaban hinchados y sin ninguna flexibilidad. A menos que seas culturista, todo eso no es necesario y no hay manera de que lo entiendan hasta que no se lesionan.

¿Proyectos de futuro?
Quiero seguir formándome y, respecto a hacer algún viaje, me encantaría ir a Londres con mi pareja.