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La ausencia de un testigo fundamental provocó ayer la suspensión del juicio contra los presuntos autores del asalto y robo a los dueños de Truvi ocurrido en la madrugada del 7 julio de 2009. Los acusados respondían también por un robo de escasa cuantía perpetrado la misma noche en el centro de jardinería de Ferreries, anexo a la finca de Calafí Vell donde fue sorprendido el matrimonio formado por Sebastià Truyol y Juana Villalonga.La decisión de suspender el acto, que se retomará el próximo 18 de julio, se produjo dos horas y media después del inicio de la vista que se desarrolló en la sede del Juzgado de lo Social de Ciutadella ante el magistrado de lo Penal, Bartomeu Mesquida.

Antes, se había producido la negativa de los implicados de alcanzar un acuerdo, en el que se barajó una rebaja de cuatro años respecto de la pena de 10 solicitada inicialmente por el Ministerio Fiscal, y la del magistrado a suspender el juicio por la incomparecencia de otro testigo, una compañera de piso de uno de los implicados, lo que motivó una protesta.

La suspensión, no obstante, se produjo cuando ya había tenido lugar el interrogatorio de los dos acusados- el marroquí Oussama.M. y el rumano Gheorghe G.S- y la testifical de las víctimas y de su hijo, del médico forense, de personas relacionadas con los presuntos agresores, así como de los agentes de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Judicial que intervinieron en las investigación de los hechos, calificados de robo con violencia e intimidación, robo con fuerza y falta de lesiones.

Imputados

La desvinculación del asalto, que conmocionó Menorca por su violencia desmedida e inusual, y de los robos fue la nota común de las declaraciones de los dos acusados. O.M. afirmó conocer a G.G.S., a quien alquiló una habitación y echó posteriormente de casa por no pagar, momento en el que, según explicó, perdió el contacto con él. El marroquí relató que la noche de autos tras visitar a un amigo en Ferreries y comprar unos bocadillos se fue a su casa de Es Mercadal donde, tras discutir con la que era entonces su novia, se fue a dormir.

O.M. insistió en la versión que ofreció durante la investigación, relativa a la posibilidad de que le hubiesen robado el coche de su propiedad en el que se encontraron ropas que coincidían con la descripción ofrecida por las víctimas, una mochila negra, así como envoltorios de bocadillos y snacks. En este sentido, el marroquí comentó que había prestado el coche en diferentes ocasiones, con lo que cualquiera podía haber hecho una copia, y, además, que el mismo lo había "puenteado" para solventar unos problemas en el motor de arranque. Finalmente, añadió que siempre lo aparcaba en el mismo lugar- en la entrada de la cochera de su casa- con lo que el 'ladrón' habría podido coger el coche y devolverlo con facilidad sin que él se percatara.

Por su parte, G.G., corroboró que "muchas personas cogían el coche de O." y que había roto el contacto con él "dos años y pico" antes. El rumano, quien reconoció sus conocimientos militares por haber estado en la Legión francesa, insistió en que en el momento de los hechos no se encontraba en la Isla, que abandonó tras pelearse con su novia, y que desoyó los requerimientos de la Policía porque "no sabía para que me llamaban".

Víctimas

Tras ofrecer los acusados su versión de los hechos, a través de las preguntas realizadas por el Ministerio Fiscal, representado por Eduardo Norro, la defensa, que asumían los letrados Juan Manuel Casasnovas y Carlos Portalo, y el propio magistrado, llegó el turno de las víctimas. Truyol, aparentemente tranquilo, rememoró la violencia con la que se produjo el asalto de la madrugada del 7 de julio- "venían a hacer daño porque si a mí me hubiesen pedido el dinero, lo doy y punto", remarcó- y confirmó que su autoría correspondía a "personas no españolas con acento extranjero", una de ellas militar que fue "la que más habló".

Peor lo pasó su esposa al recordar un asalto trufado de "insultos, amenazas y disparates". Villalonga, igual que Truyol, insistió en que eran tres los asaltantes y que su origen era extranjero. "Intuí que uno era marroquí y dos del Este", dijo, precisando que, a posteriori, relacionó una de las voces con la de G.G., a quien conocía de vista por haber trabajado en Calafí Vell acompañando a un albañil, algo que también aseguró de O.M., extremo que cuestionó su abogado defensor, pues en las primeras declaraciones no lo había mencionado.

Tanto Villalonga como Truyol expresaron su voluntad de renunciar a la indemnización por daños y perjuicios pese a que la Fiscalía se esmeró en remarcar que estaban en su derecho de recibirla y en su declaración, el forense Alejandro Campos se ratificó en su informe pericial explicando, a pregunta de Norro, que había calificado las lesiones de muy graves porque causaron una fuerte hemorragia interna que podía haber provocado la muerte de Truyol de no haberse realizado la intervención médica correspondiente.

Contradicciones

Hasta ese momento, las versiones víctimas y acusados diferían por cuanto éstos se habían desvinculado de los hechos y fue con las declaraciones de otras personas conocedoras de los mismos cuando empezaron a aflorar las contradicciones, algunas especialmente significativas. Así, uno de los testigos, Cristóbal Pons, declaró que la noche del seis de julio, sobre las 11 más o menos, O.M. compró tres bocadillos, si bien en su declaración ante el Juzgado de Instrucción éste dijo que la compra se habría producido una noche antes.

Por otra parte, Jordi Janer, el amigo al que el acusado dijo haber ido a visitar negó tajantemente este extremo, mientras que Costel Pineda, el compañero de piso con el que G.G. convivía en julio de 2009 acabó por asegurar que el fin de semana anterior a aquella madrugada lo había visto y que sus efectos personales estaban en la vivienda, lo que echó por tierra la coartada que esgrimía el que está considerado como cabecilla del asalto.

Los agentes que participaron en la investigación y detención del marroquí corroboraron las circunstancias en las que se produjo el asalto, ratificándose en los indicios que vinculaban su vehículo con los hechos y en la convicción de que el mismo no fue forzado ni "puenteado" en ningún caso. Asimismo, los que interceptaron a O.M. horas después de los hechos, hablaron de su "nerviosismo" y su insistencia de que "no sabía nada".

Sólo la declaraciones de Mohamed, hermano de O.M. y de su excuñada, Laura Femenías, apuntalaron el relato de los hechos del marroquí (aunque con desfases horarios), como la de Antonio Miguel Quero, exjefe de G.G. vino a señalar lo "buen trabajador" que era aunque comentó que en una ocasión dejó la furgoneta en la calle y apareció en otro sitio. Se renunció a la declaración del matrimonio vecino que auxilió a los dueños de Truvi en un primer momento, así como algunos de los agentes, pero no a la de Jessica Maria ni a la de Víctor Sintes, un joven, cuyo testimonio podría ser determinante, motivó por el que se acabó acordando la suspensión.