Ruta. Los asistentes a la actividad programada por la feria pudieron comprobar primero las huellas de la artesanía menorquina de los siglos pasados, para luego disfrutar de las últimas tendencias del arte más tradicional - Rubén

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Una veintena de turistas esperan en la Plaça Pare Camps para hacer la ruta artesana de Es Mercadal, una actividad clásica ya de los tres últimos veranos del municipio, recuperada este fin de semana con motivo de la décima edición de la Fira d'Artesania. Y mientras aguardan a que comience el itinerario, escuchan a la guía turística Laura Pecorone explicar la importancia que supone para una población estar situada en un cruce de caminos, y cómo ello ha influido durante gran parte de la historia en el desarrollo de Es Mercadal, punto neurálgico de la actividad económica, comercial y artesanal de la Isla durante muchos años.

Y las huellas del pasado aún perduran, como pudieron comprobar los visitantes que se incorporaron a la ruta. La primera parada fue la conocida herrería de Carretero, un taller que data de principios del siglo pasado y que fue el lugar de un oficio indispensable dentro de la economía rural del siglo pasado. Los turistas pudieron comprobar cómo el taller mantiene prácticamente intactas las instalaciones y conserva una importantísima colección de herramientas.

La segunda parada de la ruta fue el pequeño molino de harina de mediados del siglo XX que operaba con el sistema austro-húngaro, en su primera etapa con gasógeno para después adaptarse a la corriente eléctrica. En tercer lugar, los visitantes pudieron comprobar el legado dejado por el gobernador inglés Richard Kane, el aljibe que comenzó a construir en 1735 para abastecer a sus tropas a medio camino entre Maó y Ciutadella, y que está catalogado una obra de ingeniería militar.

Tras casi una hora de recorrido, el grupo finalizó la ruta en el recito ferial, donde pudieron comprobar las últimas tendencias dentro la artesanía insular.