Santiago Tadeo está a punto de concluir una semana de hiperactividad oficial que le ha llevado de una reunión a otra y en la que ha intentado conocer a todas las personas que a diario trabajan en el Consell. Considera importante esa cercanía porque quedan cuatro años por delante y porque quiere ser fiel a sí mismo.
"No quiero que el ser presidente me cambie", sentencia, sentado en un extremo de la mesa de reuniones del despacho de Presidencia. Es el reducto personal del que ha tomado posesión, porque la sala, reconoce, se le hace todavía un poco grande, y la mesa que utilizaban sus antecesores se mantiene impoluta.
"Me cuesta la adaptación, prefiero los espacios pequeños para trabajar, incluso estuve barajando la posibilidad de cambiarme a otro despacho que hay, más pequeño, pero me hicieron ver que no, por razones de protocolo", afirma sonriente, mientras consulta, a la vez que habla, su agenda electrónica.
Allí han quedado registradas las jornadas maratonianas de esta primera semana, desde el recorrido por las instalaciones del propio Consell, en Maó y Ciutadella, a las reuniones mantenidas con los alcaldes y, ayer mismo, los encuentros con el obispo de Menorca, monseñor Salvador Giménez; el conseller balear de Educación, Rafel Bosch; y el director insular de la Administración General del Estado, Javier Tejero.
Tadeo no quiere alejarse de la realidad, ni dejar de ser consecuente con el mensaje de austeridad que lanza a la sociedad, por ello, como detalle, se ha propuesto no utilizar el coche oficial y conducir él mismo para acudir a sus citas como presidente del Consell. Una buena manera de prevenir algunos de esos síndromes o delirios que padecen ciertos políticos cuando alcanzan cotas de poder.
"Hago lo que dije y además, va con mi manera de ser". Sólo una pequeña concesión como presidente: avisar antes de salir desde la sede de la Biosfera para que le permitan aparcar en una de los plazas destinadas a la Policía Local o Nacional.
Santiago Tadeo se evita así acumular estrés por la búsqueda de aparcamiento, ya que otra de las decisiones curiosas de sus primeros días ha sido deshacerse de la butaca de relax que había en el despacho de Presidencia. "En cuanto la vi dije, eso fuera de aquí", explica tajante.
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