La Diócesis menorquina inició ayer con los oficios la celebración de los días centrales de la fe cristiana. A lo largo del día, las iglesias de la Isla rememoraron la Pasión de Cristo en celebraciones que aunaron palabra, adoración y comunión y que sirvieron en algunos municipios de preludio a la procesión del Santo Entierro.
En la parroquia de Sant Antoni de Maó, el oficio comenzaba a las seis de la tarde. El altar desnudo y la luz tamizada de la tarde de primavera invitaban al recogimiento, a la escucha atenta del siempre sobrecogedor relato de la Pasión de Cristo, cuya fuerza ha inspirado a hombres y mujeres de todos los tiempos.
Tras la lectura de este pasaje bíblico del Evangelio de San Juan en medio de un reverencial silencio, el sacerdote Joan Tutzó se dirigió a los fieles en una homilía breve y contundente. "Hoy pocas palabras, hermanos. Callemos porque todo está dicho, hay sólo hechos. Sólo podemos decir lo dijo y lo hizo", aseveró Tutzó.
A continuación, el sacerdote reivindicó la figura de María a los pies del altar y la unidad de la Iglesia. "También María calla. ¡Qué silencio el de María ! No abandona, no va a llorar a su Hijo lejos de los verdugos y asiste a todo lo que acontece, hasta a cómo sortean su túnica. Túnica sin costuras, como deber ser la Iglesia, sin división", reflexionó Tutzó antes de pedir a la Virgen "en el día del silencio aparente de Dios, quédate con nosotros".
A la intervención del párroco siguieron las plegarias, con las que la asamblea expresó sus necesidades y anhelos, y la adoración de la Cruz, que quedó situada a los pies del altar, recortándose su silueta en la pared blanca del sencillo templo mahonés. La celebración finalizó con los fieles rezando el Padrenuestro y compartiendo el pan, en el momento de la comunión, y con el silencio que había invocado Tutzó acompañando la salida.
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