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Autoficha Me llamo Paloma Rodríguez Prieto y tengo 43 años. Nací y vivo en Maó. Estoy casada y tengo tres hijos de 15, 11 y 10 años. Soy profesora de patchwork y cada jueves abro las puertas de mi casa a toda aquella persona interesada en coser. Me encanta la lectura. Soy muy casera y, cuando no doy clases, aprovecho para coser tranquilamente.

¿A qué se dedicaba antes de adentrarse en el mundo de la costura?
Trabajé durante trece años como administrativa en una agencia inmobiliaria. Por un problema de salud, tuve que estar un tiempo de baja y, estando en casa, me di cuenta de que la organización familiar funcionaba mejor. Lo hablé con mi marido y decidí dejar el trabajo y estar en mi casa, algo que me apetecía.

¿Fue entonces cuando se apuntó a cursos de costura?
Fue durante el embarazo de mi segunda hija. Me apunté a clases de punto de cruz. Mi abuela ya me enseñó en su día y me encantó recuperarlo. Empecé a hacer bordados, macramé, patchwork y manualidades. Me aporta el poder disfrutar de conocer y pasar tiempo con personas que tienen la misma pasión que yo. También me ayuda a desarrollar mi creatividad y me fascina crear con mis propias manos.

Cada jueves, acuden mujeres de todas las edades a su casa para hacer patchwork, ¿cómo se le ocurrió esa idea?
Nunca imaginé abrir mi casa para eso ni dar clases. Todo empezó porque mis hijos van al colegio San José, donde varas hermanas reunían a madres y abuelas dos días a la semana para estar un par de horas cosiendo. Yo me apunté y conocí a mucha gente de la que aprendí mucho. Por circunstancias, nos mudamos a una casa cerca del colegio y les propuse que cada jueves podríamos reunirnos para hacer patchwork en un sótano enorme que tengo. Eso fue hace cinco años y suele venir una media de 12 mujeres de 30 a 75 años. Cada jueves me siento con ellas a coser, traen cocas y hemos celebrado hasta cumpleaños. Es una terapia porque hablamos de nuestras cosas e incluso hemos ido de viaje a París. Nos hemos convertido en un gran grupo de amigas.

A raíz de todo esto también le surgió poder dar clases en diferentes mercerías.
Así es. Precisamente ellas fueron quienes me animaron. Unos años atrás, ¡quién me iba a decir que iba a vivir de la aguja!

¿Cuáles son sus proyectos?
Mi gran ilusión es ir de viaje a Houston, donde se celebra un gran festival de patchwork. También ir a la Alsacia francesa por la exposición que se monta y el bonito entorno. Todos mis planes tienen que ver con la costura. También estamos esperando la visita el mes que viene de Verónica Requena, una profesa de patchwork muy conocida que viene a darnos un curso. Y a ver si el próximo año nos vamos todas de viaje a Sitges.