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La puerta de Eos, la escultura creada por el artista Francesc Calvet en honor a la diosa griega de la aurora, situada en el muelle de Calasfonts, fue este martes punto de encuentro de personas de todas las nacionalidades que quisieron transmitir allí, donde despunta el alba, su apoyo al pueblo japonés. En este lugar de Es Castell, mirando a oriente, residentes japoneses acompañados de un grupo de cerca de cincuenta personas, rezaron una oración y lanzaron flores al mar después de guardar unos minutos de silencio en señal de duelo por las víctimas del terremoto y el tsunami que asolaron Japón el pasado viernes.

El rezo budista fue solo "un barco para enviar allí nuestro sentimiento y nuestro corazón, para eliminar el sufrimiento", explicó Kaori Ishihara, una de las integrantes de la comunidad nipona en la Isla y que dirigió la sencilla ceremonia. "Esto solo es un vehículo, no importa la religión", recalcó, agradeciendo la participación de todos los asistentes, entre ellos el alcalde de la localidad, Juan Cabrera, y miembros de la Iglesia Anglicana en el municipio.

Los japoneses que viven en Menorca se conocen todos, son solo ocho personas, unidas ahora por el impacto de la tragedia vivida en su país de origen, y que han seguido con nerviosismo a través de los informativos. Afortunadamente, todos los presentes ayer en el encuentro solidario de Calasfonts han podido localizar a sus familias y saben que están a salvo. Kumi Ideta y Keiko Kawabe, originarias de las ciudades de Kumamoto y Kobe, agradecieron el apoyo de la gente de Menorca así como la colaboración internacional para reconstruir su país. Eiko Watanabe reconoció que había seguido las noticias con nerviosismo, ya que sus familiares, residentes en el área de Tokyo "viven en edificios muy altos y estaban muy asustados". Juntos enviaron ayer su plegaria hacia el país del sol naciente y se solidarizaron a su vez con víctimas de otras catástrofes en todo el planeta.

Ceremonia. El sencillo ritual comenzó con un minuto de silencio y una oración, tras el sonido de un cuenco tibetano
Ceremonia. El sencillo ritual comenzó con un minuto de silencio y una oración, tras el sonido de un cuenco tibetano