¿Qué se podrá ver en su próxima exposición en el Ateneu?
Se tratará de una exposición con un estilo muy personal y abstracto. Juego mucho con el color y la forma. He partido de la base del material que confirmaba una exposición que tenía que hacer hace unos años y no hice.
¿Por qué no la hizo?
Mi mentor en la pintura fue Francesc Calvet. Con él empecé en esto de la pintura en el Ateneo de Es Castell. Su muerte, hace 5 años, me dejó en estado de 'shock'. Él era mi vértice. A raíz de su fallecimiento, suspendí la exposición que tenía preparada y dejé de pintar.
¿Cómo ha vivido este tiempo alejada de la pintura?
He estado retenida. Siento que todo este tiempo lo he perdido. Pero para pintar tienes que estar bien. Y para mí ha sido una etapa difícil. Pero ahora siento que vuelvo a renacer. No me extraña que utilicen el arte como terapia porque te ayuda mucho a desconectar.
¿Qué le ha hecho volver?
Este año expuse un cuadro con motivo del premio Salón de Primavera del Ateneu y gustó mucho. Además, Josep Bagur (vocal de arte del Ateneu) me animó a volver. La verdad es que lo necesitaba. No obstante, nunca abandoné del todo la vena artística. En este tiempo me he iniciado en la fotografía e incluso he ganado algún premio.
¿Qué le gustaría que sintiera quien vea un cuadro suyo?
Me gustaría que sintiera, lo que fuera, pero que sintiera. Que les provoque algo, aunque no les guste.
¿Qué rutina sigue a la hora de crear un cuadro?
Me guío por mi estado emocional de cada día. Voy, vengo, miro. Normalmente empiezo por retocar algún cuadro anterior. Después todo es más fácil. Soy de pintar rápido. A mí, un lienzo en blanco no me da miedo.
¿Qué tiene que tener un cuadro perfecto?
Para mí el cuadro perfecto es el que está acabado.
¿Siente pudor cuando muestra su obra?
En la época que hacía pinturas monas, en las que no ponía tanto de mí, no mucho. Pero ahora sí. Tengo curiosidad por saber qué hará sentir mi obra.
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