"Quedaremos arruinados si esta gente no nos paga"

La descripción es breve pero mete el dedo en la llaga. El mérito de tener una Menorca tal y como la conocemos es gracias a la agricultura, que ha velado por mantener el campo. Lo tiene claro el payés del 'lloc' de Torrellafuda, Cristòfol Moll, quien ha recibido el caso Nueva Rumasa como la estocada mortal a una vida, la suya, dedicada al campo y que ahora ve colgando de un finísimo hilo. Y no solo su vida, sino la de las cuatro generaciones que han trabajado la finca, empezando por su tatarabuelo, Miquel Taltavull.

Esas son las sensaciones de Cristòfol Moll, el payés que, a diario, se encarga de la supervivencia del predio. Él es uno de los proveedores de cuajada que sufre los impagos de Quesería Menorquina. "Nos acaban de devolver otro pagaré que nos había dado la empresa", cuenta tras un corto paréntesis a nuestra visita al 'lloc' para responder a una llamada telefónica de la propiedad de la finca. Nueva Rumasa tiene deudas importantes con sus proveedores en la Isla, con cantidades que van de los 40.000 a los 200.000 euros. Cristòfol prefiere no decir cuál es su caso, es un dato personal.

La histórica y complicada supervivencia de la gente del campo se ve agravada por la crisis de Quesería Menorquina, la que pone en riesgo 180 puestos de trabajo en la planta de Maó, y muchos más si se tienen en cuenta los payeses (en Torrellafuda hay tres contratos laborales) y todos aquellos profesionales que participan de forma indirecta (herreros, mecánicos para la maquinaria, veterinarios, electricistas que acuden con frecuencia por averías o tractoristas).

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