Arturo Bagur, senador por Menorca y alcalde de Maó en el momento de aprobarse la adjudicación de amarres a Trapsa Yates, declaró ayer que las presiones políticas hacia Autoridad Portuaria fueron encaminadas a apoyar al Club Marítimo para que éste conservara la gestión de los amarres, y siempre, añadió, en beneficio de la ciudad.
"No tengo por qué presupone que se hiciera algo mal en la concesión, porque sería ir en contra de todos los técnicos, que son los mismos, al igual que lo es el director de Autoridad Portuaria", manifestó Bagur, quien subrayó que el acuerdo entre Trapsa y el Club Marítimo "existía, es real", aunque en opinión del ex alcalde, más tarde, cuando se produjo la concesión, la empresa de Díaz Ferrán rompió dicho trato.
"Mi preocupación como alcalde y la de la presidenta del Consell –en alusión a Joana Barceló–, era que el Club Marítimo no quedara en mala situación, pero ahí acabó mi trabajo", señaló Bagur, al tiempo que recordó que "me levanté de la reunión del Consejo porque pedía una solución de consenso para el Club Marítimo de Mahón, y si me hubiera quedado, de acuerdo con la valoración técnica, habría tenido que votar a favor de la adjudicación a Trapsa".
Bagur coincidió como alcalde con Joan Verger en la presidencia de Autoridad Portuaria y éste, según declaró ayer, se comprometió a buscar una solucionar para que el Club Marítimo no saliera perjudicado.
El senador, cuando estaba a punto de dejar la alcaldía de Maó, también trató con Francesc Triay, el actual presidente de Autoridad Portuaria, con quien mantuvo fricciones debido precisamente al proceso de adjudicación de los amarres del Moll de Llevant.
No obstante Bagur aseguró no poner en duda a ninguno de los dos políticos y recordó que las puntuaciones técnicas guían las votaciones. "Yo nunca he visto nada raro en los expedientes de APB", señaló.
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