TW
0

autoficha
Me llamo Catalina Benejam, nací en Ciutadella el 2 de noviembre de 1964 y soy propietaria de la panadería Montaner. Somos cuatro generaciones las que hemos trabajado en este negocio y toda la vida hemos usado horno de leña. Fabricamos todo el pan de forma artesana, al igual que la bollería. Hemos seguido siempre la tradición de toda una vida. Estoy casada y con dos hijas hermosas. Entre mis aficiones figuran andar y, sobre todo, escuchar música.


¿Cómo fueron los inicios del negocio?
Con exactitud no sabemos muy bien en qué año abrió la panadería, lo que sí podemos afirmar es que actualmente trabaja en el negocio familiar la cuarta generación, por lo que calculo que lleva algo más de un siglo de actividad.

¿Y cómo ha evolucionado?
Pues ha evolucionado mucho. Pero tras el paso de tiempo, lo más bonito de todo es hacer un producto propio, en casa, que nunca hayamos cambiado la receta y que la gente lo acepte. Eso nos llena de satisfacción. Hemos tenido clientes de la misma familia también durante generaciones, así como otros de veraneo que repiten cada año y están encantados con el producto. La verdad es que no nos podemos quejar.

El horno de leña es de los pocos que quedan en la ciudad y el pan tradicional...
Trabajamos con el pan payés artesanal, que aún lo hacemos a mano.

Pero la gente tiende más a comprar productos prefabricados…
Exacto. Ahora predomina el producto precocinado. Y la gente tendría que mentalizarse de lo que come. Cuando la gente va a comprar una baguette y está caliente, piensa que es buena, pero no sabe lo que come. Yo entiendo que las personas nos hemos vuelto ahora muy cómodas y algunos comercios ofrecen pan caliente a cualquier hora del día.

¿Qué aporta el horno tradicional al sabor del pan?
Yo tengo clientas que todavía vienen con sus comidas para cocerlo en nuestro horno de leña, y es que la diferencia con el sabor del horno eléctrico es muy grande, no se parece en nada. A mí que no me vengan con historias, lo antiguo es lo que tendríamos que mantener. Y además, el pan artesanal dura más. Lo tradicional pierde presencia por culpa de la comodidad.

Y entre los turistas, ¿cuál es el producto estrella?
En general, lo que se vende más durante todo el año son las "fortmatjades" de requesón, pero también la típica, la de carne. De igual forma suelen pedir ensaimadas mallorquinas y menorquinas. El catalán es un cliente muy agradable, y es bonito a veces cuando después te llaman para decir lo bueno que estaba el producto.

Y en tiempos de crisis, ¿la gente también recorta su gasto en algo tan básico como el pan?
La crisis afecta a todos y se nota; no nos podemos engañar. Pero el cliente mantiene el gasto en pan, aunque si se recorta en otros productos complementarios más pequeños.