TW
0

autoficha
Me llamo María Alcázar Domingo y tengo 29 años. Nací en Sitges y vivo en Es Mercadal desde los 4 años. Soy dinamizadora y cuenta-cuentos. Me gusta mucho escribir, recitar poesía, contar cuentos, crear espectáculos con títeres, ir a la playa y comer aceitunas arbequinas.

¿Cuándo y cómo surgió su afición por las actividades que realiza?
He estudiado teatro y educación social. Me gusta escribir e inventar desde pequeñita. Ahora que tengo tres hijos y la obligación de ganarme el pan, lo hago con mis dos profesiones paralelas: dinamizar talleres para personas mayores de lectura, memoria, risoterapia, y escribir y contar e interpretar el cuento, para niños o adultos, en bibliotecas, teatros, bares y otros lugares.

¿Cuál es la parte que más le gusta de su profesión y la que menos?
Trabajar como dinamizadora con personas mayores es muy agradecido, enriquecedor y mucho más formativo que un libro memorizado con examen "A-B-C". Los jóvenes tenemos mucho que aprender de los abuelos en una sociedad en la que su experiencia se infravalora. Los cuentos y el mundo escénico me fascinan porque es ilimitada la posibilidad de expresión que tienen. Desde inventarlos oralmente y que se los lleve el viento, a escribirlos, ilustrarlos o interpretarlos apoyados de infinidad de recursos. El abanico es infinito, siempre aguardan nuevas sorpresas que aprender y nuevas personas interesantes con quien compartir conocimientos, sensaciones, experiencias. El único inconveniente es la dificultad a la hora de gestionar las facturas y cobrarlas.

¿Qué siente cuando sube al escenario y qué le recomendaría a la gente que tiene miedo escénico?
El hecho de que un grupo de personas dirija toda su atención en mirarte y escucharte, impone. Sobre todo si no es algo habitual y si hay gran parte de improvisación, como es el caso del cuentista o cuentero. Y sobre todo si vas a pasarte una hora siendo el punto de mira. La única manera de quitarse el miedo es empezar con cosas fáciles (leer en voz alta o decir algo corto de memoria), con público cercano, y, poco a poco, en función de lo que estés dispuesto a sufrir y a disfrutar, continúas o cambias de rumbo. Yo, por supuesto, tengo pánico escénico... pero ¡hay que superar los miedos!

¿Le ha ocurrido alguna anécdota con el público a lo largo de estos años?
Nos hemos reído mucho preparando espectáculos y en los encuentros con jubilados. De todos los públicos, el que está más necesitado de cuentos es el adulto. La mayoría cree que los cuentos son cosa de niños, pero no es así. El espectáculo de "pequeño cabaret" para espíritus jóvenes es innovador en Menorca y tiene mucha salida.

¿Qué le pide al futuro?
Tengo la suerte de andar con diferentes proyectos entre manos pero el más inmediato y permanente es hacerme a mí misma, criar a mis hijos y llegar a final de mes trabajando de lo que me gusta.