Los diez especialistas en el asesoramiento del sector agrario visitaron ayer la finca de producción ecológica de Algendaret Nou y el agroturismo de Llucmaçanes Gran - Javier

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Saboreaban la sobrasada, degustaban el vino y se relamían los labios tras probar los 'gínjols'. Su asombro ante unos productos desconocidos, su paladeo y sus comentarios a ritmo de polca, fueron suficientes para comprobar que Menorca estaba siendo descubierta visual, gastronómica y agrariamente por quienes nunca antes habían pisado tierras de viento tramontanado y aguas mediterráneas.

Diez asesores y técnicos del Wielkopolska WODR, un centro de asesoramiento agrario de la región de Poznan, en Polonia, recalaron en Menorca el lunes de la semana pasada para conocer in situ la actividad agraria isleña. La visita es fruto de una colaboración con el instituto Pasqual Calbó i Caldés a través de un programa europeo del Govern de las Illes.

A lo largo de su estancia han visitado explotaciones ganaderas convencionales, otras de raza autóctona, fincas dedicadas a la elaboración de aceite y también de vino, unas excursiones que han dado para mucho, no sólo en el aspecto técnico sino en el ámbito cultural y autóctono. Y es que los polacos descubrieron que las aceitunas negras y verdes eran las mismas, tratadas de forma distinta. También saborearon el 'ginjoler' en pleno campo de olivos. Del árbol fue directo al paladar y mientras tanto una reflexión en polaco sobre esta extraña variedad de aceitunas "dulces y sabrosas". Tampoco faltaron las 'figues de moro'. Heroicos, se las comieron con las manos, y lo consiguieron sin pinchazo alguno.

Cámara de fotos y libreta en mano, los diez técnicos vivieron ayer su última jornada de visitas.

Algendaret y Llucmaçanes

Fueron recibidos por Onofre Goñalons en la finca de Algendaret Nou, una explotación ecológica que cambió la producción láctea por la agricultura ecológica. Con 60 hectáreas de superficie, la finca tan sólo ordeña una quincena de vacas y produce entre 5.000 y 6.000 kilos de queso al año. Lleva 14 años sin abonos químicos y según el copropietario de la finca la transformación del tipo de producción ha permitido mejorar el producto y sacar más rentabilidad al campo.

"Ha habido un cambio de modelo, sanitariamente no hay gastos excesivos porque la tierra está purificada, y el coste de comercialización también ha disminuido gracias a que vendemos el producto directamente desde la finca", señala Goñalons. A su vez, el queso que se produce en Algendaret Nou no cuenta con denominación de origen puesto que prefirieron pertenecer al distintivo de Slow Food.

Este movimiento pretende conservar y proteger la producción desde la tradición, desde la forma más natural posible, "una filosofía que se enmarca claramente en nuestra forma de producir, en nuestra manera de vivir y que creemos que con este símbolo diferenciador el producto está más valorado", apunta.

Camela, la perra guardiana del agroturismo Llucmaçanes Gran, esperaba ansiosa a los nuevos visitantes quienes se personaron a media mañana. El agroturismo, elegido como modelo de conversión de explotación ganadera a agroturismo ecológico les interesaba, querían conocer su funcionamiento, sus beneficios, los ingresos. Siete habitaciones dobles y 43 hectáreas de superficie convirtieron la finca en un mar de flashes y también de preguntas.

Sus percepciones

Entre sorbo de vino y bocado de 'flaó', uno de los técnicos, Kristof Graf, explicó que en la región de Poznan existen 30.000 agricultores. La producción es básicamente láctea, una explotación mucho más avanzada que la de Menorca aunque sin su desarrollo turístico.

El sistema de producción de carne certificada y comercializada directamente al consumidor desde la finca podría ser una de las luchas a implantar en Polonia aunque allí "el problema radica en las trabas sanitarias que nos ponen para ello".

También puntualizó la importancia y necesidad de que un agroturismo se sostenga en una historia como reclamo para el cliente. "En Polonia existen muchos alojamientos agroturísticos pero la gran mayoría se han levantado fuera del campo". Por su parte, Wiktoria Macieyewska tomó nota del sistema de "amitges", para "no repetir en tierras polacas".

Apuntó que en Polonia no hay tradición quesera, todo está industrializado y en las fábricas ahora comienza la producción del queso curado, de ahí que aconsejara la protección de las actividades tradicionales como gran tesoro menorquín.

La visita acabó con una degustación de producto autóctonos pero, sin duda la nota curiosa la provocó un pimiento verde que los visitantes comieron crudo a bocados.