ALTIMIRA. Arquitecto y licenciado en Bellas Artes, uno de sus hitos es liderar la construcción de la torre AGBAR - Paco Sturla

TW
0

Josep Lluís Altimira Ventura es famoso por ser el gerente de la construcción de la torre AGBAR, el rascacielos con forma de bala que revolucionó la arquitectura de Barcelona. Ayer visitó Menorca para participar en una cena-coloquio organizada por los Joves Empresaris de Menorca. Durante el encuentro, quien también es profesor de la UPC e investigador sobre arquitectura corporativa, disertó sobre la torre AGBAR, pero también sobre edificios sostenibles.

¿Qué es un edificio sostenible?
Es aquel que por él mismo y los materiales con los que está construido reduce sensiblemente el coste energético en su funcionamiento.

¿Y un coloso como la torre AGBAR puede ser sostenible?
Tiene varios sistemas que lo hacen sostenible. Su doble fachada protege el edificio del exterior y crea una pantalla ante el frío y el calor. Además, los cristales inclinados tienen posiciones fijas para que la incidencia del sol en cada momento sea equilibrada con la temperatura interior. Y aún hay más, puesto que tiene más ventanas orientadas al norte que al sur, ya que el clima mediterráneo es más caluroso que frío. Y claro que usamos aire acondicionado, pero menos que otros edificios sin estas medidas.

No corren buenos tiempos para la arquitectura. ¿Trabajar en la arquitectura de este tipo es la que permite a los arquitectos seguir desatando la imaginación?
Estamos en un bache de proyectos, en un tiempo de reflexión sobre el futuro. Y ahora tenemos que pensar en dos temas fundamentales: la rehabilitación y el mantenimiento. Es evidente que una cosa cuanto más dura en buen estado, más sostenible es. En el mundo de la edificación, durante muchos años hemos tenido una amnesia absoluta hacia el mantenimiento y la rehabilitación. La gente no ha mantenido su vivienda, y ahora tenemos un parque de edificios que a veces no es lo saludable que debería ser. Durante este periodo de reflexión, la gente vinculada con la arquitectura debemos trabajar fuerte en el mantenimiento de los edificios. Después ya volveremos a edificar.

Pero a un arquitecto lo de dedicarse al mantenimiento puede saberle a poco...
Claro que el arquitecto quiere edificar, construir y crear. Pero artísticamente pasaremos unos años malos, sin duda. Hay un exceso de viviendas, oficinas, la industria está tocada... No se hace nada, pero yo recuerdo otras crisis similares y siempre se han superado.

Y en este tiempo de limitaciones, ¿cabe una arquitectura creativa?
La poca arquitectura que se hace no debe olvidar la creatividad y la vanguardia, aunque quizás con la idea de buscar la funcionalidad y la simplicidad. Y eso sí, sin olvidar el confort que se ha conseguido.

No hay duda de que la torre AGBAR es creativa, pero es que ahora todos califican a sus edificios como singulares...
Porque es algo que vende, y todo el mundo se quiere apuntar al carro. Y no todos los edificios son singulares ni geniales. Pero Barcelona ha tenido la suerte de tener las mejores firmas del mundo durante muchos años, y por eso es un museo viviente con los mejores arquitectos del mundo. Y por eso la torre AGBAR, que no hubiera sido aceptada en otra ciudad con menos modernidad, fue incorporada por Barcelona con orgullo.

En un encuentro con empresarios es inevitable hablar de la crisis económica. ¿Qué salida le ve usted?
Para mí, la única salida posible es la que han aplicado los alemanes. Conscientes de que querían y sabían trabajar, fueron a buscar trabajo hasta el fin del mundo. Sus indicadores demuestran que lo que les ha valido ha sido la exportación. Y yo creo que la gente que tiene ganas de hacer cosas puede salir de la crisis con mucha imaginación y trabajo.

¿Y vamos por el buen camino?
A nivel político y social la situación es un desastre, con multitud de errores, y sin que se perfilen muchas alternativas. Pero es que tenemos que pasar ya de gobiernos y asumir la responsabilidad, trabajar a gusto, con ganas... En mi caso, por ejemplo, consciente de que Menorca es uno de los mejores lugares del mundo, abriré un despacho en la Isla. Y trabajaré aquí, seguro, porque insistiré, y si no moriré en el empeño, y esta es la clave en esta situación. Si nos rendimos, ¿qué nos queda? Tenemos que creernos que somos buenos, y demostrarlo.