Planta. Las pruebas de funcionamiento se retrasan mientras se destapan deficiencias constructivas en la instalación submarina - Cris

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Encerrados en un círculo vicioso. Así parecen estar el Ayuntamiento de Ciutadella y el Govern por lo que al agua de la planta desalinizadora se refiere. Si esta misma semana el director general de Recursos Hídricos, Antoni Rodríguez, sugería que el Consistorio de poniente debía "pensar a largo plazo" dejar "descansar" o someter a una "explotación razonable" los pozos de Es Caragolí y Ses Arenetes y adquirir el resto de agua en la planta de Rafal Amagat, desde Dalt la Sala las cosas se ven un tanto diferentes.

"La desalinazora es un proyecto de futuro que nació para proporcionar agua de calidad a Son Xoriguer y que ahora parece que podrá generar más agua de la prevista, según las necesidades iniciales", comentaba ayer, a modo de introducción Pilar Carbonero. La alcaldesa apuntó que el Ayuntamiento debía realizar "un análisis de futuro, riguroso y con mucha calma, en base a la realidad" sin perder de vista que el que "acaba pagando es el ciudadano".

Se llega así al quid de la cuestión, el precio del agua. "Oficialmente no lo sabemos pero sí que será más alto que el que tenemos ahora", asegura Carbonero. "A día de hoy es un tema tabú", añade Josep Mascaró. El responsable municipal de Agua y Saneamiento explica que el Ayuntamiento se ve obligado a abordar la opción de comprar o no agua de la planta desalinizadora en base a "hipótesis o elucubraciones".

En este sentido, Mascaró insiste en que el Govern no detalla cuál será el precio del metro cúbico, aunque parece que se alejará de los 0,50 a los 0,57 euros de media que cuesta actualmente. "En Ciutadella tenemos en estos momentos suficiente agua de calidad para abastecer el consumo. Para saber si nos interesa o no comprar agua desalinizada hemos de saber su precio y nunca encontramos respuesta a esta cuestión. Así es complicado tomar una decisión", argumenta el concejal.

Por su parte, el Govern reconoce que "el precio no está decidido". Según fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente, existe un criterio claro a la hora de fijarlo, "nunca será el precio real de coste pero tampoco se alejará mucho del que se cobra por el suministro en otros puntos de Balears". Bajo esta premisa, el usuario nunca pagaría todo lo que cuesta obtener agua desalinizada, pero sí una cantidad superior a la que se cobra por la que procede de pozos, por ejemplo, como es el caso de Ciutadella.

Suena un precio de un euro el metro cúbico - "si sólo fuese eso", cuestiona Mascaró- lo que supondría duplicar la tarifa media que pagan los usuarios ciutadellencs, pero sólo "suena" porque en el departamento de Gabriel Vicens reiteran que el precio- que "será asequible"- no se ha fijado y dejan entrever un porqué obvio.

La tarifa a cobrar dependerá de la cantidad de agua desalinizada que se comercialice. En este momento la planta tiene vendidos un millón de metros cúbicos- a los abastecedores del sur del municipio- con lo que el coste, siquiera parcial, de amortización de las instalaciones y de la producción de agua debe repercutirse entre un número inferior de usuarios. Si se incrementa la comercialización, ese coste se reparte entre más compradores, con lo que la tarifa puede disminuir.

Aquí se cerraría el círculo. Sin saber si el Ayuntamiento- con todos los suministrados que tiene detrás- compra agua, el Govern no acaba de definir cuál será su precio y, sin este dato, el equipo de Pilar Carbonero no puede tomar la decisión, más sabiendo que será muy difícil que las tarifas no suban y con ellas el descontento de los ciudadanos.

El regalo envenenado del ministro Jaume Matas

No acaban de ponerse de acuerdo en la comercialización del agua de la planta desalinizadora pero coinciden en que está creando más problemas que aportando soluciones. Antoni Rodríguez, director general de Recursos Hídricos, no dudaba esta semana en calificarla de "regalo envenenado de Jaume Matas".

Rodríguez, quien ya ocupó este cargo en la primera etapa del Pacte de Progrés, hizo alusión en referencia a la "hipoteca" que la desalinizadora supondrá para el Ejecutivo autonómico, obligado a amortizar el 85 por ciento de su coste en 15 años a cambio de "pescar" el porcentaje restante de fondos europeos.

El responsable de Agua y Saneamiento también hablaba de "veneno" para referirse a esta costosa inversión, habida cuenta que la pelota está en el tejado del Consistorio, quien podría tener en la mano su viabilidad económica.

"Que cerremos los pozos y compremos el agua desalinizada es un poco lo de muerto el perro, se acabó la rabia, pero no es tan sencillo", razona Mascaró. Ni sencillo, ni popular. En el Ayuntamiento son conscientes de que las tarifas- previsiblemente más caras- las paga el ciudadano.