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El destino quiso que Vidal Solé y Manel Almendros vieran una tortuga marina flotando en la zona que hay entre el Faro de Cavalleria y la Torre de Fornells cuando salieron a pescar en su 'llaüt' el viernes por la mañana. Tal como explica Almendros, en un primer momento pensaron que estaba muerta porque flotaba sin moverse con un saco de plástico enredado en el cuello y las aletas delanteras pero, una vez que se acercaron al animal, pudieron comprobar que se movía. Solé se tiró al agua y rescató a la tortuga, subiéndola a la embarcación y, con la ayuda de un cuchillo, le quitó los restos de saco. "Pensamos que se comió trozos de plástico creyendo que era una medusa y se quedó enredada. Estaba débil porque las tortugas suelen aletear mucho si las sacas del mar y ésta se quedó quieta, facilitando la tarea de quitarle el resto de saco" explica Almendros.

Una vez que estuvo liberada del plástico, la metieron en un amplio recipiente con agua y la llevaron hasta el puerto para que la vieran sus familiares. Después, se dirigieron a la zona de Cala Pregonda, donde la soltaron para que nadara libre. "Ha sido una experiencia muy especial porque hemos ayudado a una tortuga que estaba condenada a morir por culpa de la basura que el ser humano tira al mar. Esperamos que esta historia sirva para concienciar a la población de que el mínimo acto irresponsable puede tener consecuencias muy desagradables", concluye Manel.

Cada vez menos tortugas
En 2009 se registraron un total de 25 varamientos de tortugas de tipo boba, de los cuales trece fueron en Mallorca, siete en Menorca y cinco en Eivissa y Formentera. De todas estas tortugas, catorce fueron recogidas muertas. La mayoría de estos casos se producen por culpa de la actividad humana, ya que muchas de ellas acaban enredadas en las redes de pesca o ingieren plásticos, además de otros tipos de basura.