Me llamo Natasha Rosemberg y nací en Buenos Aires hace 38 años. Vine a Menorca por primera vez en 2002, cuando vivía en París. En 2003 me trasladé a la Isla y ahora vivo en Biniancolla. He hecho de todo, pero lo que más me gusta es cantar tangos y recitar poesía.
¿Es difícil cantar tangos?
Lo más difícil para mí es encontrar músicos de tango. A pesar de que hay muchos argentinos y uruguayos en la Isla, no hay gente del mundo del tango, que toquen o bailen de forma profesional.
¿Qué es el tango?
Dentro de lo que llamamos tango, hay tres ritmos: el tango, la milonga y el vals. El origen ha sido la milonga campera, que era un estilo de música que se cantaba en el campo, parecido a los "glossats". De ahí se transformó en tango, que se instaló en la ciudad.
¿Pero cuál es su esencia en origen?
Es una mezcla del sentimiento de ser argentino con la nostalgia que arrastran de sus antepasados europeos, puesto que los argentinos somos todos hijos de italianos, judíos, españoles, etcétera. Los apellidos argentinos son todos europeos. Por tanto el tango acaba siendo una mezcla de amor a la tierra y nostalgia por tu lugar y tus costumbres.
¿El tango es triste?
Cuando uno elige un tango, lo elige por una frase o por lo que evoca. Y sí, es triste, pero un cantante de flamenco también evoca tristeza. Para mí el tango es triste pero bello. A veces tengo la sensación de que la gente sólo quiere salir a bailar y a divertirse, y no sé si la gente está muy receptiva con el tema del tango. El tango se tiene que escuchar como si te fueras de viaje al Río de la Plata y escuchar porque tal vez te acabas sintiendo identificado.
¿En el tango manda sólo el hombre?
Sí, como en la sociedad en la que fue creado. Ahora tratamos de vivir de otra forma, pero si no entras en ese juego, no vas a poder bailarlo. Yo estuve un año para hacer el clic de dejar de pensar y dejarme llevar. En realidad es fácil de bailar porque es caminar, pero hay que romper con determinadas estructuras mentales.
Lo difícil es pues dejarse llevar.
Sí, y si el hombre duda o no sabe llevar, tampoco sale. La mujer tiene que esperar, jugar a las pausas y los silencios.
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