Hasta el día 19, Marco Campedelli (Verona, Italia, 1973) expone su obra en el Espai d'Art Xec Coll de Ciutadella. Se trata de una muestra enmarcada en el II Premi Constantinoble de Cal·ligrafia y que recoge distintos trabajos caligráficos. Campedelli es profesor de Diseño Gráfico y Caligrafía en el Instituto Europeo de Diseño en Venecia y Padua, y es titular de una cátedra en el Instituto de Diseño Andrea Palladio, donde enseña el estudio de tipografías, caligrafía y composición gráfica. Desde 2006 es el presidente de la Asociación Caligráfica Italiana. En su primera visita a Menorca, el artista italiano ha aprovechado para contemplar lo "bella" que es la Isla y pasear tranquilamente por las calles de Ciutadella.
¿Cómo ha evolucionado su obra?
Se ha transformado desde una caligrafía formal a otra que no lo es. Ha sido una exigencia interior. Soy artista, pero me he formado como diseñador gráfico y dirijo un estudio propio que combina muy bien las letras tipográficas con las manuscritas. Desde 1997, cada año he hecho cursos de caligrafía, de distinto tipo, gótica, cancilleresca, y otras más expresivas, sobre el trazo de escritura. A partir de ahí me gustó utilizar la caligrafía como forma expresiva y de composición. Uniendo el diseño gráfico y la preciosidad de la caligrafía he llegado a un estilo de arte más personal. En Italia no está muy extendido y debo definirme como pintor y no como calígrafo.
¿Cómo es su estilo actualmente?
Es una caligrafía expresiva. Cada trazo proviene de la caligrafía, pero lo que hago ahora se basa en la espiritualidad del signo y por este motivo me ayuda mucho la música.
¿Cómo la utiliza?
Yo siempre trabajo con música. Desde hace tres años aprovecho un taller que realizo en Suiza y que se llama "La música se transforma en signos", para enseñar a la gente a escuchar músicas de diferentes estilos, clásica, contemporánea, electrónica, jazz, cantada, lírica... y que aprendan a sintetizar lo que escuchan durante un minuto en un sólo trazo. Es una experiencia apta para cualquier persona, no hace falta ser un artista, un calígrafo o un pintor para hacerlo. Poco a poco enseño a tener consciencia de los instrumentos que se usan en la caligrafía, el pincel, la pluma, un listón de madera. Cada instrumento sigue la misma teoría, la misma didáctica: ¿cómo puedo empuñar la pluma? ¿cómo puedo trazar sobre el papel? Y todo eso combinado con el sentido de la música. Lo curioso de esta experiencia entre dos lenguajes, como son la escritura y la música, es que proponiendo a todos los alumnos que escuchen un mismo fragmento, el signo que acaban realizando todos ellos es prácticamente igual, sin ver lo que hacen unos y otros. Los dos lenguajes tienen algo en común, el sentido de la gente.
¿De dónde sale su inspiración?
La fuente de inspiración de mi última obra es la naturaleza. También me inspira mucho la ciudad de Barcelona, donde voy muy a menudo. Me ha permitido abrirme como artista porque es una ciudad con oxígeno, creativa, aunque a veces también un poco caótica en algunos aspectos. Pero me da energía. Me impresiona mucho la obra de Gaudí y también la de Antoni Tàpies, un artista increíble, con un arte muy espiritual. Barcelona lo tiene todo, mar y montaña, es cosmopolita.
¿Qué se puede ver en la exposición que tiene en Ciutadella?
Su título es "Signos en la música" y tiene dos temáticas conectadas entre sí. Por un lado hay una provocación porque he hecho obras sobre partituras viejas de una banda, de cuando era niño y tocaba la trompeta. Como dice en su obra Eugène Ionesco, "para entender un nuevo lenguaje es necesario utilizar un nuevo lenguaje". Siempre he tenido eso presente. La comprensión de este tipo de arte no siempre es fácil para los adultos, pero sí para los niños, las personas con la mente más limpia. Es música, ritmos, secuencias. Tiene energía y delicadeza al mismo tiempo. Es una búsqueda del equilibrio.
¿Y la segunda temática?
He traído obras en las que he hecho nuevos experimentos sobre papel arrugado, más fino y transparente. Me gusta mucho el trazo sobre una materia y el papel es fantástico porque es una materia viva. En la exposición hay una obra que he donado al Ayuntamiento de Ciutadella y que se titula "El viento". Para mi es una temática de la naturaleza muy presente. Para algunos el viento es el espíritu. Y en esta Isla ha sido testigo de guerra y destrucción, y también de paz, de calma. Ahora, en vacaciones, caminando por la orilla del mar se respira esa calma. Me gusta esa idea de que una isla pueda conservar la historia de sus guerras y ocupaciones y que ahora pueda vivir en calma. Me gusta el arte donde se busca la paz. Los artistas son como unas antenas más receptivas que otros y pueden comunicar mejor estos estados.Creo que el papel lo elabora usted mismo...
Sí, cuando puedo lo hago yo, en un molino en Basilea. Y la tinta es de hierro gálico, una antigua receta medieval. Me gusta hacerlo porque es como conectarme con la materia, un proceso.
En su obra usa el blanco y el negro...
Pienso que en el negro hay más color que en el color, tiene más fuerza. En esta exposición hay dos elementos que incorporan el amarillo, y lo he concebido por el sol que imaginaba en Menorca. Pero el negro lo uso también con un significado político para referirme al petróleo, que está causando desastres.
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