Difusión. Mañana viernes Tapial y Arau harán un repaso de los hechos sucedidos el pasado mes de mayo - Gemma Andreu

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El pasado 31 de mayo medios de comunicación todo el mundo se hacían eco en directo del ataque que sufrían el barco de bandera turca "Mavi Marmara" por parte de un comando del Ejército israelí. La embarcación, integrante de la "Flotilla de la Libertad", iba cargada con cerca de 10.000 toneladas de ayuda humanitaria con destino a Gaza y en ella viajaban 541 personas, entre las que había tres españoles. Dos de ellos, Manuel Tapial y Laura Arau, de la ONG Cultura, Paz y Solidaridad, explican su experiencia en la que se convirtió en la noche más larga de sus vidas, además de las 48 horas que siguieron a su captura. Para el que quiera escucharlos en directo, podrá hacerlo mañana a las 20.30 horas en el Ayuntamiento de Maó.

¿Hubo aviso previo al ataque?
MANUEL TAPIAL: Hubo algún aviso, según nos contó el capitán del "Mavi Marmara". El capitán no reconoció estos avisos porque entendió que estábamos en aguas internacionales, así que Israel no tenía la potestad para decir a ninguna embarcación si podían estar ahí o no. La primera vez que se divisan las embarcaciones fue a las 22 horas, que es cuando se activa la alarma entre los tripulantes y nos ponemos los chalecos salvavidas. Al capitán no se le dio ningún aviso más.

¿Los activistas mostrasteis resistencia?
LAURA ARAU: La única resistencia que hubo fueron mangueras de agua para evitar que los soldados entraran al abordaje. Cuando empieza a haber heridos de bala, y los primeros muertos antes de que los soldados pisen el barco, es cuando cunde el pánico. En un principio pensábamos que podían empujar los barcos hasta Ashdod.

¿Cómo fue el ataque?
M.T: Después del aviso, el capitán se aleja de la ruta comercial, y en ningún momento entramos en las 68 millas que Israel había decretado como suyas. Primero intentan subir desde abajo, con las lanchas. Después llegaron los helicópteros.

L.A: De entrada no nos dimos cuenta de que era fuego real. Había un grupo arriba que tenía la misión de proteger la emisión de televisión en directo. Ésa era la única forma de demostrar lo que estaba pasando. Todos los que estaban protegiendo la emisión murieron o resultaron heridos.

¿Qué hicieron ustedes?
L.A: Nosotros íbamos con la cámara a la vez que esquivábamos los láser. El abordaje duró unos 45 minutos, y todos los heridos y muertos se produjeron en un espacio de tiempo muy corto.

La mayor parte de las mujeres se escondió en los camarotes. Algunos hombres se pusieron en otra parte del barco y los periodistas salimos fuera a documentar lo que estaba pasando.

Algunos medios difundieron que en el barco había armas.
M.T: Esas armas no han aparecido en ningún sitio. Lo que había en el barco era material escolar, de construcción, medicinas, sillas de ruedas eléctricas, jardines infantiles, etcétera. Hasta 10.000 toneladas.

L.A: Hay un tipo de preguntas que ya no se deberían responder porque entramos en el juego propagandístico de Israel. Y no tenemos por qué justificarnos, nosotros somos las víctimas. Ellos juegan las cartas que tienen sobre la mesa, y es lo único que tenían para justificar el ataque.

Pero hay imágenes de activistas pegando con palos a los soldados israelíes.
L.A: Yo lo defino muy fácilmente. Si entran en tu casa y matan a tu familia, tienes dos opciones, o te escondes o sales a defenderte. Y lo que ha salido después es que teníamos armas.

¿Qué hay de lo que pudieron grabar ustedes como periodistas?
L.A: Lo que no consta es que se han quedado con todo nuestro material. De entrada se privó el derecho a la información, y después se quedaron con el material utilizado para grabar y el material grabado. Hemos vuelto sin nada, y nos han robado 16.000 euros. Lo peor es que el gobierno español no ha movido un dedo. Pero esto es lo de menos después de los nueve muertos, una persona en coma, y más de diez personas heridas graves.

¿Cuál es la razón para atacar un barco con ayuda humanitaria?
M.T: Si Israel permitía entrar a la "Flotilla", significaba que cambiaba su estrategia con Gaza. Israel no podía tolerar lo que nosotros representábamos, que era una alianza de sociedades civiles de todo el mundo. Fue un toque de atención a todas las ONG que trabajan sobre el terreno, un toque de arrogancia hacia la comunidad internacional.

¿Se vivieron situaciones muy extremas en ese barco?
M.T: Yo vi cómo cogieron a un británico. Le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza, le obligaron a ponerse de rodillas y le dijeron que no se moviera. Él no podía estarse quieto porque hacía mucho viento por el helicóptero. No dejaron de pegarle puñetazos, escupirle, cada vez que él se caía.

¿Y qué ha conseguido?
M.T: La firme voluntad de todos los que íbamos en esos barcos de volver a Gaza otra vez. No nos han doblegado, sino que nos han armado de razones. Si antes no lo teníamos suficientemente claro, ahora no nos queda ninguna duda porque nos han hecho vivir en cuatro días lo que el pueblo palestino lleva viviendo 62 años. No hay sociedad que pueda aguantar lo que están viviendo. Y hablando de determinación, lo que han conseguido es que en octubre salgan quince barcos de diferentes puertos con más de 1.000 personas y con más del doble de ayuda humanitaria con destino a Gaza.

¿No creen que pueden sufrir otro ataque?
M.T: Sí, pero nosotros antes del ataque ya intentamos que los gobiernos actuaran de forma preventiva, y no nos hicieron caso. Confiamos en que cuando ahora pidamos protección y que la Unión Europea ponga medios, hagan algo. Porque si no la imagen que están dando es que ningún ciudadano en ninguna parte del mundo estará a salvo. Al final nosotros somos ciudadanos que ejercemos de ciudadanos.

Después del abordaje les llevaron a la cárcel de Beersheva, en el desierto del Negev, ¿cómo fue?
L.A: Había total desinformación. A mí me sacaron de ahí sin saber dónde me llevaban. No nos dejaron llamar a nuestras familias. De hecho, me generó más estrés que el propio ataque, porque durante el ataque no tuvimos tiempo ni de pensar.

¿Qué ocurrió entonces?
M.T: Nos dijeron que teníamos que firmar un papel conforme habíamos cometido un delito y por tanto debíamos ser deportados. Yo no quería, pero el cónsul nos dijo que lo mejor que podíamos hacer era firmar. Nosotros no sabíamos que Turquía había dado un ultimátum al Consejo de Seguridad de que en 24 horas todos teníamos que estar fuera.

¿Cómo llegasteis a firmar?
M.T: Nos metieron en una habitación y empezaron a venir agentes de paisano con palos de madera, soldados del ejército con metralletas, etcétera. Hubo una batalla campal en el aeropuerto mientras todos los cónsules estaban fuera porque no permitieron que ningún cónsul pudiera acercarse para atendernos. A un ciudadano irlandés le dieron con un palo en la frente y le abrieron la cabeza. Y nos acabaron obligando a uno por uno. Cuando pasé este trámite y me encontré con Laura en el avión, fue el motivo más emotivo de toda la experiencia.

¿Cómo ha sido el trato que habéis recibido del Gobierno español?
M.T: Muy malo. Cuando llegamos ni siquiera nos dejaron una sala para reencontrarnos con nuestra familia. No han tenido ni un mínimo de respeto por nosotros como ciudadanos.

Una lección de toda esta experiencia vivida.
L.A: La importancia de la sociedad civil para cambiar las cosas, y que las redes sociales han sido fundamentales para la difusión de todos estos hechos.

¿Qué se puede hacer desde la sociedad civil para que se investiguen los hechos?
M.T: En la web de Amnistía Internacional hay un enlace bajo título "Actúa-Israel" que pide que Israel permita una investigación internacional que aclare lo sucedido en el asalto a la flotilla.