Hidalgo. Es presidente de honor de la Fundación FIDAH - M.P.

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Habla como un intelectual aunque a partir de la posición de un humilde. Es afable, cercano y no alardea de su experiencia en relaciones internacionales. Las cerca de 9.700 entradas al teclear su nombre en internet son suficientes para asegurar que Diego Hidalgo Schnur (Madrid, 1942) es una persona indispensable e influyente en el mundo. Es fundador y presidente de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) y del Club de Madrid, miembro fundador de la Fundación Gorbachov de América del Norte y miembro activo del Club de Roma y de su Junta de Gobernadores. Participó en la fundación de PRISA, forma parte del consejo del diario El País y trabajó en el Banco Mundial. Diego Hidalgo Schnur se encuentra estos días en la Isla para asistir a los conciertos que la Fundación FIDAH organiza en Villa Jardín puesto que es el presidente de honor de la entidad.

Su currículum habla de un intelectual, un hombre de negocios y un filántropo. ¿Qué es exactamente la filantropía?

Etimológicamente es el que ama la humanidad y trata de hacer algo por ella altruisticamente, pensando en mejorar el mundo para las generaciones venideras. Tengo siete hijos y cinco nietos y pienso en ellos, en su generación, en tratar de hacer cosas para convertir el mundo en mejor.

¿Se reconoce en esta definición?

Creo que sí. Usted indicaba que era un hombre de negocios y aunque fui a la Harvard Bussiness School, la mejor escuela de administración de negocios del mundo, me siento una vergüenza para ella, porque en vez de ganar dinero lo he perdido. Pocas veces he iniciado un negocio que haya salido bien pero cuando he hecho cosas altruistas sí han salido bien.

Usted fundó la FRIDE. ¿Por qué creyó necesaria su creación?

FRIDE es un 'think tank' y el Club de Madrid es una asociación de 75 ex jefes de Estado y de Gobierno que trabajan para fortalecer la democracia, entre otras cosas. Había creado una fundación en los años 70 para combatir la pobreza en África, de abajo a arriba. Y en el año 2000 pensé en cuáles eran los grandes problemas del mundo para poder combatirlos desde la sociedad civil. Los cinco grandes retos son la pobreza, las guerras, la falta de democracia, los problemas medioambientales y las pandemias. La experiencia que tenía era en temas de desarrollo, democracia y de diálogo que son las tres D que quiero conseguir con esta fundación. El objetivo no era sólo recomendar soluciones sino también ponerlas en pie.

Su motivación es promover estas tres D. ¿Misión cumplida?

No. Falta muchísimo. Las instituciones han aportado su granito de arena pero aún hay pobreza en el mundo, no hay democracia a nivel global y siguen habiendo conflictos como el de Israel y Palestina, o el de las guerrillas colombianas.

¿El mundo está tan mal como se nos presenta?

Es más peligroso pero no está tan mal. Ha habido avances tremendos. En los últimos 65 años hemos vivido sin guerras mundiales, sin grandes depresiones hasta ahora, se ha desecho la Unión Soviética y ha caído el muro de Berlín. En India, China y Brasil decenas de millones han salido de la pobreza. Es verdad que en España y Europa estamos con las D de decadencia y de desunión.

Qué le preocupa actualmente del mundo en que vivimos?

Me preocupa que haya un aumento de la conflictividad y las consecuencias políticas y sociales de la crisis económica. Hay una cuestión de actitud ante la vida porque por ejemplo, la crisis en Grecia ha llenado ríos de tinta en la prensa. Las mismas medidas ha tomado Latvia o Letonia y no nos hemos enterado. Es cuestión de derechos adquiridos. Tenemos una resistencia enorme a retroceder en nuestros avances sociales ganados. Mientras que en Letonia aún se acuerdan de cuando eran pobres. Han tenido que retroceder unos años pero no les ha costado. Me preocupa el cambio climático, las dictaduras, la proliferación de armas nucleares y que no se resuelvan las reglas de gobierno global porque no hay un gobierno global que corrija los mercados, las desigualdades.

¿Qué soluciones hacen falta?

En 1993 fui a mi 25 reunión de la Harvard Business School y hablaron de globalización, ganadores y perdedores. Cuando volví escribí un artículo en El País muy catastrofista. Esa noche cené con el Rey y en vez de darme un abrazo me dio un golpe en el antebrazo. Me dijo 'Qué bueno eres yendo a Harvard y traer problemas. ¿Por qué no vuelves a Harvard y traes soluciones?' Y así lo hice. Además, escribí un libro "El futuro de España". Y buscamos soluciones para problemas como el terrorismo, la guerra palestino israelí y la pobreza, por ejemplo. Solana decía que si 100 personas claves en el mundo nos pusiéramos de acuerdo para acabar con la pobreza lo conseguiríamos. Es un tópico decir que si el 1 por ciento del presupuesto militar de los países se dedicara al alivio del hambre y la pobreza, se erradicaría.

¿Es un tópico cuando se dice que día tras día los países pobres son más pobres y los ricos más ricos?

Es cierto en parte. En 1997, Gorbachov me invitó a ser socio fundador de la fundación Gorbachov. Yo dije, ante grandes intelectuales, que la globalización aumenta la desigualdad y todos se me tiraron encima. Me basé en que en África Negra, en 1975, la renta per capita de un europeo equivalía a la de 10 africanos. En 2010 hemos llegado a 70 o 75 y probablemente lleguemos a una ratio de 150. Con esto quiero decir que aunque hay regiones en el mundo que salen de la pobreza como India, China o Brasil, hay otras que están olvidadas de la globalización y que cada vez son más pobres.

Usted que participa en importantes foros mundiales, ¿Cómo ve la situación de coyuntura económica?

Es un problema mundial. Hay zonas geográficas que han reaccionado mejor. Lo que ha hecho la crisis ha sido exacerbar tendencias que ya existían. Creo que ya estamos haciendo los deberes. Hemos devaluado el euros de facto un 20 o 25 por ciento pero la salida de la crisis va a ser lenta. Tardaremos cuatro años a empezar a crear empleo. Convierte esta crisis en tremenda incluso mayor de la de los años 20. Y eso que muchos países como África desearían estar en la situación que nos encontramos nosotros.

Gracias a la experiencia en relaciones internacionales ha podido codearse con grandes personalidades. ¿Hay alguna que le haya sorprendido?

Una de las que más ha sido el Rey. Sabía que era una persona afable, simpática, con gran memoria, pero con el tiempo he descubierto que era genial. Soy de origen extremeño aunque naciera en Madrid. El Rey me preguntó qué obstáculos tenía para desarrollarse. Yo le dije que nadie pasa por ella, no hay suficiente estructura empresarial y que Rodríguez Ibarra era demasiado guerrista y no creaba incentivos para que la gente invierta en la región. Pues estos tres obstáculos, el Rey los convirtió en virtudes. Es genial a la hora de convertir debilidades en fortalezas y empujar para que estas fortalezas se hagan realidad. También citaría a McNamara, quien fue presidente del Banco Mundial y Felipe González, entre muchos otros. Conozco además a todos los presidentes de Estados Unidos posteriores a Johnson.