La responsabilidad del empresariado en que la banca vuelva a ponerse a su servicio, exigiendo una regulación transparente del sistema financiero, el cambio en los estatutos de las cajas de ahorro y la limitación de las operaciones no vinculadas a la generación de riqueza real, y el retorno al hombre y al sentido de la comunidad y la trascendencia fueron los ejes de la conferencia sobre "La empresa familiar en un entorno de crisis" que Mario Conde ofreció ayer en Maó.
El Aula del Recinto Ferial se llenó para escuchar la intervención de un Mario Conde elegante, sosegado, convincente, irónico a ratos, cercano siempre, que, de manera didáctica y comprensible realizó un diagnóstico certero de las causas y las consecuencias de la crisis- "la peor que nos ha tocado", en sus propias palabras- y apuntó algunas soluciones para que las empresas puedan recuperar el papel que les corresponde en la recuperación económica.
El abogado y empresario gallego constató cómo "ninguno de los problemas estructurales serios de España se han arreglado en 16 años y algunos se han agravado", una afirmación que ejemplificó comparando la situación de 1993 - año en el que el Banco de España intervino Banesto, la entidad que presidía- con la actual.
La recesión económica, los graves problemas financieros, la desaparición de pequeñas y medianas empresas, los problemas monetarios, la reordenación del futuro de las pensiones y del mercado laboral, la reforma de la ley electoral, el descrédito de la clase política - "convertida en 2010 en problema", subrayó- o la pérdida de valores y referentes en la sociedad fueron algunos de los ítems mencionados por Conde para denunciar la incompetencia de los gobernantes y la inacción de la sociedad civil.
"¿No será que depende de nosotros? ¿No será que no queremos abordarlos?", se preguntó antes de reflexionar sobre la pérdida de 350.000 empresas en los últimos meses. "En un año nos hemos llevado por delante obras de mucho tiempo y hemos demostrado nuestra capacidad de pasar de la abundancia a los cuatro millones de parados", sostuvo Conde, quien no dudó en apuntar el dedo acusador hacia los bancos y las cajas.
"Sin crédito no hay vida en este sistema que nos hemos dado y que es el mejor conocido hasta ahora, el de mercado", aseveró Conde, quien lamentó cómo había evolucionado el concepto de banca, que, en sus orígenes, trabajaba al servicio de los empresarios y sus proyectos, mientras que ahora lo hace en pos de la denominada "riqueza financiera".
En este sentido, el empresario se mostró muy crítico con los planes de rescate - "no acabo de entender por qué ponemos 20 billones de euros al servicio de un sistema financiero que no entendemos"- y con "la dinámica del demasiado grande para caer", en la que ha entrado la banca, lo que le hace sentirse inmune ante las necesidades y los requerimientos que se les hace, además de no haber beneficiado a los usuarios en la prestación de sus servicios.
Conde mostró su rechazo a que los empresarios estuviesen pagando un "invento", en alusión a la creación de productos financieros que ha roto la correlación entre cantidad de dinero de un sistema y su riqueza, y viesen estrangulado el acceso al crédito, pero también su poca beligerancia. "Nos hemos desentendido, tendremos que asumirlo. O nos ocupamos del sistema financiero o la próxima crisis será mucho peor", afirmó con convicción.
En este sentido, Conde alertó de la posibilidad de que subiesen los tipos de interés - algo que podría derivarse de las dificultades para colocar la deuda pública- y de la necesidad de bajar los salarios y el valor de los bienes, ante la imposibilidad de jugar con la política monetaria, al estar en la zona euro y reivindicó las mejoras en la financiación a las empresas.
"El empresario sabe ahora que no vale sólo con llevar bien la empresa, ni producir bien sus bienes, ni contar con buenos equipos directivos, sino que hay que tener crédito. Nosotros que nos hemos dado cuenta del valor del crédito debemos exigir que cambie el sistema. Es imprescindible contar con financiación, con una financiación justa", remarcó.
Para ello, Conde abogó por una mayor transparencia en la normativa que regula el sector bancario y por la limitación de las operaciones que no estén vinculadas a la financiación de actividades productivas, así como por el cambio de estatutos de las cajas de ahorro, con el objetivo de que éstas vean rebajado su perfil político, primando en su gestión criterios profesionales.
El abogado mostró su convicción de que la promoción de estos cambios estaba en manos del empresariado. "No saldrá seguro si nos limitamos a estarnos callados. El silencio es lo que ha provocado que desde 1993 a 2010 no haya cambiado nada", argumentó Conde, quien, como cristiano que confesó ser, defendió el valor de las conductas. "Cualquiera puede protagonizar un hecho heroico pero a mí sólo me interesan las conductas", aseguró.
En este punto, el empresario se refirió a la "gigantesca oportunidad" que podía suponer esta crisis para dar un vuelco al "status quo", algo que Conde vinculó a la vuelta al hombre, al sentido de la comunidad y la trascendencia. "Haber perdido esto nos ha llevado a una sociedad plana y ninguno de nosotros es nada sin los otros", reflexionó.
Por todo ello, el conferenciante insistió en el protagonismo de los empresarios. "Si nosotros somos la solución que no nos conviertan en el problema y si yo he sido capaz de resistir, cómo no vamos a poder, entre todos, cambiar el estatuto de las cajas de ahorro", concluyó.
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