Sònia Miguel i Zamora. Dirige el postgrado de la UAB y Consell - Javier

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Sònia Miguel i Zamora es pedagoga por la Universitat de Barcelona y máster en Mediación y Resolución de Conflictos por la Universidad Ramon Llull. Investigadora del Centre de Recerca per la Governança del Risc y profesora de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral de la Universidad Autónoma de Barcelona. También es presidenta de Drala, Gestió Apreciativa, y socia fundadora de Espais de Diàleg. Sus líneas de investigación son la mediación comunitaria y la gestión de conflictos, la promoción de la convivencia y las metodologías generativas y apreciativas. Además, ha publicado decenas de trabajos sobre mediación. Es a su vez profesora y directora del postgrado que la UAB imparte conjuntamente con el Consell, sobre "Mediación familiar y promoción de la convivencia".

Qué se pretende con este postgrado sobre mediación?

Básicamente es dar formación en mediación familiar. La mediación como método de gestión de conflictos es muy válido para muchos aspectos, pero especialmente en el ámbito de la familia y en procesos de separación, de divorcio donde hay que tomar decisiones referentes a custodia, reparto de bienes, además de tenerse que gestionar emociones. La ayuda de una persona formada hace que los procesos sean más tranquilos. Un mediador debe ser duro con el proceso y suave con las personas.

La sociedad es cada vez más diversa donde los roles en una familia han cambiado. ¿Esta nueva situación provoca la proliferación de más conflictos en el núcleo familiar?

Creo que los conflictos en las familias han existido siempre y así como han evolucionado los modelos de familia también lo ha hecho la forma de resolver y gestionar los conflictos. No creo que haya más conflictos sino que son diferentes.

¿El conflicto familiar puede ser causa directa de que se cree una situación problemática en las aulas?

En la escuela se refleja todo aquello que ocurre en la familia y lo que ocurre en las aulas también suele traerse a casa. Un conflicto es una transición de una situación a otra que suele provocar tristeza, angustia. La escuela puede ser parte de la solución si interviene. Si el niño está bien acompañado no tiene por qué crearse otro conflicto dentro del aula.

Cada vez más los conflictos acaban en los juzgados. Pero esta vía no resuelve la parte emocional. ¿Cómo hay que actuar? ¿Es el diálogo la base para resolver los conflictos?

El trabajo de todo mediador en un conflicto es restablecer el diálogo, aunque creo que va más allá porque se trata también de restablecer la confianza. En el proceso de separación las personas que acuden a mediación suelen hacerlo en una situación deteriorada, desanimados, tristes, enfadados porque ya es algo crónico y la frustración de intentar solucionarlo y no haberlo conseguido rompe el vínculo de confianza. El papel de la mediación es la de conseguir separarse juntos para que el proceso acabe con éxito. Las partes implicadas deben entender por qué ocurre un conflicto para que el proceso transite por caminos más serenos. Cabe resaltar que no suele perderse la capacidad de hablar sino la de dialogar. De aquí que la herramienta básica de un mediador sea la pregunta.

Pónganos un ejemplo de una separación sin mediador.

Tengo una prima que hace 17 años que se está separando. Han cambiado de relación, han pasado de tener una relación de pareja a otra relación de pareja que se ha separado mal. Hace más años que se separan y se pelean que de casados. Toda decisión ha pasado por juzgado porque no se ponen de acuerdo, no dialogan y por tanto, quien decide es un tercero que coge la Ley, la interpreta y toma una decisión. Si este tipo de parejas hubieran tenido la oportunidad de encontrar una alternativa se hubieran ahorrado 15 años de vivir mal en una relación que aporta dolor y rabia. Años atrás éste era el caso paradigmático. Actualmente la gente opta primero por la mediación. Ahora hay más conciencia de la importancia de separarse bien porque quien se separa rompe una relación de pareja, pero continúa la relación de padres. La mediación funciona porque tiene éxito en este aspecto.

¿Los hijos siguen utilizándose como moneda de cambio?

Siempre habían sido una propiedad más dentro del paquete de la casa, la pensión. Es aquello de cómo negociamos todo y cómo negociamos nuestros hijos. Pero debemos llegar a la conclusión que los hijos no se negocian. El papel de la mediación es hacer tomar conciencia que hay vínculos que se rompen y otros que perduran y por estos últimos es necesario separarse bien.

¿Por dónde hay que comenzar para que el proceso de separación finalice satisfactoriamente?

Hay dos tipos de situaciones. Aquellas parejas que viven un conflicto y que deben decidir si continuar juntos o no y aquellas que ya han decidido divorciarse. En ambos casos hay que pensar cómo quieren que sea su relación dentro de cinco años en una situación ideal. Esta situación ideal se conseguirá probablemente si se sientan cara a cara a hablar, a gestionar las emociones, a entenderse, antes que aplicar la vía contenciosa.