Los efectos químicos sobre la flora y la fauna marina provocados por los lodos que Autoridad Portuaria está extrayendo de la zona del Cós Nou para verterlos cerca del Lazareto ha causado reacciones diversas y contrariadas. Si los fangos están o no contaminados, la posible existencia de metales pesados o el debate sobre si depositarlos de nuevo en el mar o apostar por un vertedero controlado han sido algunas de las trifulcas que estos días se han mantenido entre Autoridad Portuaria y las entidades ecologistas.
Hace exactamente treinta años que ya se investigaron los posibles efectos contaminantes en el medio natural marino. Fue Joan Gomila Casoliva (Maó, 1957) quien dedicó su trabajo de fin de carrera al estudio de los alcances contaminantes en aguas del puerto de Maó a partir de las "escopinyes gravades".
Gomila Casoliva estudió en el Instituto Químico de Sarrià. Una vez acabada la carrera, Gomila trabajó en el instituto de bisutería de Maó entre junio y septiembre de 1982 y en 1983 se trasladó a Mallorca para incorporarse a la compañía Carburos Metálicos, líder en España en la fabricación de gases industriales y medicinales,donde actualmente es el jefe de planta.
¿En qué consistió este estudio de investigación del puerto de Maó?
El trabajo de final de carrera debía versar sobre la contaminación en el Mediterráneo y yo, siendo de la Isla pensé que el puerto de Maó sería mi zona a investigar. Obtuve una subvención del Consell y fue en verano del 1980 cuando analicé la situación. Actualmente con los aparatos que existen y sólo con coger una muestra de agua ya es posible analizar los efectos contaminantes pero hace 30 años este sector no estaba tan avanzado. Mi investigación se centraba en la existencia de cadmio, cobre, plomo, manganeso y zinc. El instrumento de investigación fueron los organismos bioacumuladores, es decir, animales que acumulan en su organismo estos metales.
El mayor bioacumulador es el molusco y es con el que se pueden comparar los componentes contaminantes de distintas partes del mundo. Pero quise probar con la "escopinya gravada". Lo primero era comprobar si tenía un comportamiento similar al del molusco y si se podía detectar el grado de contaminación por metales pesados. El resultado fue positivo además de descubrir que era un muy parecido al molusco. Ese verano realicé cinco muestras en diferentes puntos del puerto, entre ellos Cala Llonga, muelle comercial, Illa del Rei y el canal. Recogí conchas de estos puntos y en distintas épocas del año.
Artículo completo en la edición de hoy del diario "Menorca"
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