Pla Verd. Durante meses las ?tanques? recibieron grandes cantidades de agua que fueron difíciles de absorber

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Isaac Pons de Rosa Ciutadella
El campo de Menorca podría pagar durante los próximos meses el exceso de lluvias que se produjeron durante el otoño, con unos índices de precipitaciones superiores a la media habitual. Así sucedió, por ejemplo, durante el mes de noviembre, cuando en el Aeropuerto de Menorca se registraron hasta 19 días de lluvia y con un total acumulado de 154,8 litros por metro cuadrado.

Según el secretario general de Unió de Pagesos, Antoni Moll, el problema no han sido tanto las cantidades de agua que cayeron, sino el hecho de haberse producido en tantos días consecutivos, lo que provocó retrasos en la sementera de los distintos cereales al estar la tierra demasiado embarrada. "El nivel de lluvias estuvo bien, pero provocó retrasos en los pastos para el ganado", explica, recordando también que "antes de Navidades se hacen siembras que este año no se pudieron hacer porque estaba todo mojado".

En estos momentos, los agricultores "ya lo tienen todo más o menos hecho, pero habrá retrasos en la cosecha del grano y en la preparación de las balas de comida para el ganado en verano", afirma Moll.

Además, con tanta lluvia se perjudica la salud de los animales, que pueden padecer problemas en sus patas, por haber pisado terrenos fangosos durante tanto tiempo, y también porque supone que se ensucien las ubres de barro.

Pérdidas
El dirigente del sindicato agrario no se atreve a hacer un pronóstico cuantificando de las pérdidas que la meteorología puede haber ocasionado al sector. "Habrá disminuido la producción, y lo que se recoja será más tardío y menos productivo que si se hubieran hecho las sementeras a su debido tiempo", se lamenta, a la vez que prevé que "el grano será más pequeño y la espiga no será la normal". De todos modos, "hasta que no se recoja todo no sabremos el alcance" de los efectos de tanta lluvia.

Así, se puede asegurar casi con total seguridad que las lluvias del pasado otoño supondrán una pérdida económica para los payeses, puesto que al no extraer de la tierra la suficiente cantidad de comida para el ganado, deberán recurrir a los piensos.

Antoni Moll cuenta que normalmente durante el mes de marzo se empiezan a ensilar las reservas en plástico, y ya hacia el mes de junio se recoge el grano y se preparan las "balas secas". Es todo un proceso, "una cosa después de la otra", por lo que si falla alguno de los pasos se retrasa la actividad que se realiza durante todo el año.