El Caserío. Los nueve miembros del comité de empresa aprovecharon las 16 horas para trabajar en la estrategia a seguir en las próximas reuniones con la dirección

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Ángeles M. Obispo Maó
Apenas unas horas después de que buena parte de la plantilla de Kraft se manifestara por las calles de Maó en contra del cierre de la planta de Maó, los nueve miembros del comité de empresa protagonizaron ayer un encierro simbólico en la factoría de 16 horas de duración (desde las 6 de la mañana a las 22 horas) para demostrar a la dirección de la multinacional que los trabajadores de El Caserío no cederán en la lucha por defender sus puestos de trabajo.

Un acto reivindicativo más que ayer se celebró en medio del rumor de que la empresa podría estar negociando la posible venta de la factoría y que por este motivo continúan en el aire las fechas de las reuniones previstas entre la dirección de Kraft en España y los trabajadores después del periodo de reflexión abierto y entre el Govern y la dirección europea de la compañía.

Sin confirmación
Para el presidente del comité de empresa, Antonio Olives, sendos retrasos podrían esconder "algunos movimientos" y una posible solución al cierre planteado por la multinacional el 11 de diciembre, aunque recalcó que los trabajadores no tienen ningún tipo confirmación en este sentido. "No tenemos prisa, pero nos gustaría saber hacia dónde se encamina todo esto", apuntó.

Olives volvió a reiterar la necesidad de que la producción y la fábrica de El Caserío se queden en Maó, a fin de evitar la pérdida de 163 puestos de trabajo directos y más de 400 indirectos, así como más de 12 millones de euros en que se han cifrado las pérdidas económicas que supondría el cierre de la planta menorquina. "El impacto sobre la economía de la Isla sería brutal", recalcó. El traslado de la producción a las plantas de la compañía en Bélgica y León afectaría además una veintena de explotaciones ganaderas que suministran cuajada a la empresa (unos 13 millones de litros de leche anuales) y que han realizado grandes inversiones en su reconversión para trabajar con Kraft. Asimismo, supondría un incremento en los costes de transporte que terminarían repercutiendo en el resto de sectores de la Isla.

Una fábrica viable
El comité siempre ha sostenido ante la propia dirección de la compañía y ante las autoridades locales y autonómicas la viabilidad de la fábrica y ha demostrado que el cierre anunciado está más ligado a una rentabilidad empresarial que a una situación de dificultad financiera. Incluso los trabajadores cuentan con el respaldo de la Dirección General de Trabajo del Ministerio que advirtió a la compañía que, en estas circunstancias, no sería aceptado un expediente de regulación de empleo.