CONSTRUCCIÓN. La actividad ha caído en picado en los últimos meses, y los constructores auguran un invierno duro

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LL.A.C. Maó
Los constructores avisan: si no reciben pronto una inyección de capital circulante (dinero, al fin y al cabo), algunas empresas tendrán que cerrar en un breve plazo de tiempo. La falta de liquidez en el sector es grave, según el presidente de la Asociación de Empresas de la Construcción y Promotores, Nicolau Bosch, y también según el vicepresidente de la Asociación de Constructores de Balears, el menorquín Carlos Sintes. Tanto es así, que en algunos casos los empleados llevan varios meses sin cobrar sus nóminas, e incluso algunos empresarios han hipotecado sus viviendas para hacer frente a los pagos pendientes.

Hasta ahora los constructores podían vivir con el dinero acumulado, pero éste se les acaba y suman dos agravantes más. El primero, el retraso con el que las administraciones pagan sus facturas. Según Nicolau Bosch, el retraso se da especialmente en el Govern balear y los ayuntamientos. Carlos Sintes confiesa que "esperábamos que la administración fuera más diligente pagando las deudas a los constructores y promoviendo obras que tenía previstas, pero no ha sido así".

Diferente es el caso del Fondo Estatal de Inversión Local, la pequeña esperanza de los constructores. Reconocen que es una buena propuesta, e incluso Carlos Sintes entiende que los ayuntamientos menorquines han sido rápidos al presentar los proyectos a Madrid. "Confío en que sea un balón de oxígeno para aquellas empresas que obtengan algún proyecto", afirma Sintes. No obstante, Nicolau Bosch aporta un matiz al optimismo. Cree que si las inversiones no se pagan con celeridad a los constructores, quizás su filosofía de crear más empleo no se haga realidad. De hecho, el Gobierno ha anunciado que el 70 por ciento del presupuesto de cada proyecto se pagará al Ayuntamiento correspondiente cuando se adjudiquen las obras. Los constructores solicitan que ese dinero se haga llegar rápido a las empresas.

El segundo agravante que dificulta la supervivencia de los constructores es la falta de crédito. "No sé dónde han ido a parar los millones que el Gobierno concedió a los bancos para facilitar crédito, ya que nosotros no lo hemos notado", explica Nicolau Bosch. Una opinión compartida por Sintes, quien asegura que hay particulares que quizás contratarían algunas obras "pero no lo hacen porque no encuentran ningún banco que les de un crédito".

ADIÓS A LAS HORAS EXTRA
Lo que se había convertido en una costumbre en los últimos años en el sector de la construcción en Menorca ha pasado a la historia. Durante el boom de la construcción, los albañiles acostumbran a trabajar más horas que las cuarenta semanales, con lo cual su sueldo se disparaba. Ahora, las empresas se limitan a la jornada semanal de cuarenta horas, y gracias.

Cuando la jornada pasaba de las ocho horas, cada hora de más se cobraba como hora extra, aunque fuera camuflada bajo otra fórmula, como la contratación por metro construido o por obra realizada. Así, las construcciones se acababan antes y los obreros incrementaban notablemente su sueldo. Ahora, la cosa ha cambiado, y la reducción (o normalización) de la jornada ha sido una de las primeras medidas de las empresas para evitar más despidos. De hecho, así lo admiten las dos asociaciones de constructores, quienes aventuran también otras propuestas, como la conversión de los trabajadores en fijos discontinuos, o incluso una fórmula mediante la cual trabajaran nueve meses y los otros tres se inscribieran en el paro. Fórmulas que evitarán, ante todo, los despidos y, sobre todo, el cierre de las empresas.