Visión aérea del municipio de Ferreries. - ARCHIVO

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Un 20 por ciento del presupuesto global del desvío de Ferreries -más de 6 millones de euros si se calcula sobre el precio inicial de licitación, 32,3 millones-, se destinará a la construcción de uno de los elementos singulares del proyecto, el túnel que unirá los enlaces de Sant Patrici y Cala Galdana. Singular porque, a pesar de ser un túnel de reducidas dimensiones, será la primera vez que se lleva a cabo una perforación de estas características en la red de carreteras menorquina.

Una obra necesaria, en opinión del ingeniero del Consell, Josep Darnés, una vez elegido el trazado norte de la variante, ya que, de lo contrario, se destruiría la montaña y el impacto paisajístico sería mucho más elevado. Darnés es el técnico de la institución que ha coordinado con la consultora Enginyeria Reventós-Mediterránea d'Enginyeria Civil, S.L. la valoración de los nueve proyectos presentados al concurso de la variante, cuya puntuación se cierra esta semana y se dará a conocer el viernes en la mesa de contratación. Las propuestas de las UTE han sido revisadas, aseguró ayer, al detalle, tanto desde el punto de vista técnico como económico y paisajístico.

Características

La longitud del túnel se ha reducido de los 200 metros iniciales a 170, a los que habrá que sumar las boquillas, un punto complejo en la ejecución de este tipo de obras porque la estabilidad de los taludes frontal y laterales, así como de los primeros metros de túnel, es básica para toda la excavación.

Según explicó Darnés, cada empresa formula su propuesta pero todas plantean ejecutar el túnel mediante el sistema tradicional de picar la montaña, sostener el interior con hormigón e ir avanzando; no se realizarán voladuras controladas ni se utilizarán perforadoras y se dará un tratamiento estético a la entrada y a la salida del túnel, que tendrá 15 metros de ancho y 9 metros de gálibo o altura, medida desde la calzada hasta el centro del arco.

La circulación dentro del túnel será en ambos sentidos, con dos carriles en dirección a Ciutadella y uno hacia Maó, de una anchura de 3,5 metros cada uno. El resto hasta la anchura total serán arcenes de seguridad. La obra deberá ser ejecutada por un equipo de operarios especializados y, aunque se espera que la construcción de la variante genere trabajo para las empresas locales, el túnel es uno de los elementos del proyecto que probablemente requerirá mano de obra de fuera de la Isla, como ya ha ocurrido con otras infraestructuras desarrolladas en los últimos años.

Aunque todas las UTE que concurren al concurso integran a alguna firma de construcción local, éstas se han tenido que unir a grandes grupos constructores para afrontar su participación en el proyecto.

No obstante, el conseller de Movilidad, Damià Borràs, recordó ayer que la construcción de la variante no sólo supondrá la creación de puestos de trabajo directos, para obreros y técnicos de la construcción, sino que también implicará la subcontratación de empresas auxiliares así como una importante demanda para los proveedores de materiales y las canteras de la Isla.

Tampoco es desdeñable para los comercios y los negocios de restauración de Ferreries la actividad que generará la obra durante el año y medio que está previsto que dure su ejecución, ya que serán numerosos los trabajadores que acudan a los establecimientos de la localidad durante su jornada laboral.

La variante es la obra de mayor magnitud de la red viaria insular pero, pese a que los proyectos de infraestructura se atascan en debates políticos o sociales, algunos de ellos infructuosos, en la última década se han llevado a cabo obras de envergadura a lo ancho y largo del territorio insular. Algunas, como la ampliación del puerto de Ciutadella, aún continúan; otras, como la sede del Consell o el Hospital Mateu Orfila, han hecho olvidar ya a los usuarios cómo eran las instalaciones que precedieron a los modernos edificios actuales. En casos como la cuestionada nueva terminal del Aeropuerto, su funcionalidad y capacidad han quedado demostradas.